martes, 17 de noviembre de 2009

Norberto Ceresole - La Inteligencia detrás de la Corona

NORBERTO CERESOLE
LA INTELIGENCIA DETRÁS DE LA CORONA

Introducción

Con motivo del fallecimiento del politologo argentino Norberto Ceresole en el año 2003, escribí por entonces un artículo de homenaje a su obra, y también un desafío a pensar el futuro de los sistemas de gobierno en América Latina. Muchas cosas no han cambiado por entonces. Los años ´90 de la ultima década del siglo XX predominaron en Latinoamérica políticas de corte neoliberal en combinación con políticas dirigistas (una asociación explosiva para cualquier teoría económica) y la siempre atenta compañía de la corrupción generalizada en los poderes gubernamentales (ejecutivo, legislativo y JUDICIAL). Ahora terminando casi la primera década del siglo XXI, la izquierda avanzó manifestándose dos tendencias: la “social-demócrata” predominante en Chile y Brasil, y la “populista”, en Venezuela y Ecuador fundamentalmente. A pesar de los éxitos y fracasos de ambas apuestas ideológicas, todavía no hay una clara decisión del rumbo a tomarse en los próximos 30 años, como cualquier país serio debe aspirar a planificar. Seguimos a la deriva, dependiendo de candidatos fuertes pero bases débiles.

En ese aspecto, el trabajo intelectual de Norberto Ceresole que realizó por mas de 40 años, nos dejó formulas para comprender como ha de organizarse un gobierno con visión de futuro. Como nadie, supo describir el sistema de dependencia de nuestra región hacia las potencias imperialistas, y del papel que debemos desempeñar dentro de la “tercera posición”, respaldada por un frente nacional de liberación, como el que propugnaba a principios de los ´70 que el peronismo de izquierda no supo edificar y termino generando una guerra civil en la Argentina de la cual hasta el día de hoy persisten secuelas del mismo.

El desafío de crear una Latinoamérica como bastión de la “tercera posición” esta todavía pendiente.

Xristos Anesti!
Mons. ++Teofano

El politólogo argentino Norberto Ceresole


NORBERTO CERESOLE
LA INTELIGENCIA DETRÁS DE LA CORONA

I – La Búsqueda Constante
El domingo 4 de mayo del 2003 nos despertamos con una triste noticia: El sociólogo y politólogo argentino, Norberto Ceresole, había fallecido de un ataque al corazón. Sin ser una persona que lo haya conocido en profundidad, estuve charlando con él hace sólo 20 días antes de su muerte, durante una conferencia en la cual participó como público, pero luego destacándose en sus opiniones y envolviéndonos en un apasionante debate.

Sin conocerlo bien, Ceresole despertó en mi una gran admiración. Siendo yo politólogo, y por lo tanto muy cercano a la preparación intelectual de Norberto, veía en él la idealización de mi profesión: un hombre que participó en los momentos más conflictivos de la historia argentina y latinoamericana: fue asesor del gobierno de Gral. Velazco Alvarado, participando en la Revolución Peruana de 1968. En una época, fue interlocutor del Gral. Juan D. Perón en Madrid. Durante los años ´70 lo encontramos combatiendo con sus escritos junto a las guerrillas montoneras; en esa época de una gran confusión de ideas, en el enfrentamiento entre facciones peronistas, caos que nos llevará al golpe de 1976 y con ello, el exilio para Ceresole.

Su camino lo lleva a relacionarse con figuras representativas del bloque pro-soviético latinoamericano, como Salvador Allende y Fidel Castro, llegando a ser miembro de la Academia de Ciencias de la ex-URSS, especializado en América Latina.

Al colapsar el bloque soviético en los ´80, Ceresole regresa al país en los tiempos del retorno a la democracia. Acontecida la rebelión militar de Semana Santa, Ceresole asesorará a los miembros de ese nuevo movimiento militar. Posteriormente se acercará el Coronel Mohamed Seineldín. Ceresole vio en estos movimientos una reacción contra la pérdida de la soberanía política y económica que comenzaba a azotar al país. Fue a través de estos grupos que conoció al Comandante Hugo Chávez, convirtiéndose en colaborador de su equipo de asesores, y viviendo el formidable momento histórico del aplastante triunfo electoral de Chávez en Venezuela. Su libro, “Caudillo Ejército Pueblo”, constituye para muchos venezolanos en el basamento doctrinal de la Revolución Bolivariana. En dicho libro se expone el pensamiento político de Ceresole, reactualizando lo que el mismo vivió del Peronismo, de los sucesivos movimientos populistas latinoamericanos y del fracaso de los movimientos carapintadas, ausentes estos últimos de un fuerte liderazgo. Expone también la necesidad de constituir un sistema de INTELIGENCIA entre todos los movimientos que rechacen la geopolítica estadounidense en Latinoamérica. Constituye esta una deuda pendiente imperdonable, para los que buscamos una verdadera independencia de los poderes “globalizadores”. (1)

Norberto Ceresole y el presidente de Venezuela Hugo Chávez en la época en que el primero asesoro en la campaña presidencial que lo llevo al poder en 1999

Tiempo después, deberá dejar Venezuela por la oposición del sector “demócrata” de la Revolución , representado por el histórico militante y periodista de izquierda José Vicente Rangel. Sin embargo, Ceresole dejó su semilla en Venezuela: constituir a dicho país en una reacción contra el imperialismo estadounidense, auspiciando una alianza entre Venezuela, Cuba e Irán. Nadie entendió mejor la doctrina de la “Tercera Posición” que Ceresole. Su vida, que para algunos puede parecer contradictoria, transita esa senda superando esquemas agotados y buscando nuevas reacciones.

Donde esas reacciones se iniciaban, allí estaba Norberto Ceresole.

II – Conspiración del Silencio

Norberto Ceresole ha sido un escritor prolífico. Sus obras ascienden a más de treinta, y en su gran mayoría. Varios de sus escritos han sido traducidos al inglés, al ruso y en la lengua árabe. Si alguno tiene la oportunidad de visitar Beirut o Teherán, seguramente hallará un libro de Norberto en alguna librería de esas grandes ciudades.

Sus trabajos tratan sobre aspectos de geopolítica, tecnología militar, política y economía de la defensa, y sus últimos libros acerca de la llamada “cuestión judía”.

Esto nos lleva a analizar el aspecto más polémico de Ceresole, y por el cual, su obra intelectual ingresará en una conspiración de silencio: su acercamiento a los movimientos fundamentalistas islámicos, y su rechazo al sionismo israelí.

Es necesario advertir al lector, que Ceresole transformó la crítica que en general se le hace al sionismo: desde una perspectiva académica y con una rigurosidad científica admirable, su crítica al sionismo reformó ampliamente la óptica bajo la cual se trababa el tema. Las teorías conspirativas, muy influidas por la cuestión racial (herencia del Nacional-Socialismo) hacía que todo estudio sobre la cuestión judía cayera en descrédito. Los ataques siempre estaban dirigidos contra la “raza” judía, sin hacer diferenciaciones entre el judaísmo profano del religioso, o directamente, el significado del movimiento sionista en sus diversas manifestaciones. La gran mayoría de los escritos, se quedaban en el antijudaísmo. Ceresole transformo todo el enfoque, pues supo hacer esas diferenciaciones mejorando el análisis, y por ello se constituyó en una amenaza al lobby judío internacional como muchos otros autores entre los que se puede mencionar Noam Chomsky, Norman Finkelstein, Roger Garaudy y tantos otros. Aunque todavía existan aspectos de su teoría que es necesario replantear, dicho trabajo ha representado una brisa refrescante para los enfoques de la teoría racial en las ciencias sociales (2), que lamentablemente no ha sido tomado en cuenta salvo por importantes círculos de la izquierda nacional en Latinoamérica y los movimientos nacional revolucionarios de España, entre otros.
Su éxito, será su silencio. Esta en nosotros no permitirlo.

II – El absolutismo caudillista

En sus últimos años, se acercó al candidato a presidente justicialista, Adolfo Rodríguez Saá, el cual proponía un plan de gobierno muy atractivo, relacionado con las viejas banderas del peronismo. Ceresole salió decepcionado. Prácticamente Saá y sus colaboradores planteaban un nuevo menemismo.

En mi última conversación que tuve con él, hablamos de la concepción del Caudillo y de la Elite : la conformación de una elite, es condición indispensable para preparar el camino al Caudillo. Estando la elite en distintos sectores de la sociedad: Fuerzas Armadas, Iglesia, Universidad, Justicia, dependencias de la Administración Estatal , etc., permite que surgido el Caudillo, la elite le allane el camino para la toma del poder. Todo método es legítimo, mientras se pueda cambiar todo de un zarpazo: es hacer la “gran Chávez” .. una sola votación, un triunfo indiscutible (y no estar pululando años de manera inservible como varios partidos “nacionalistas” de nuestro país), o la “Marcha sobre Roma”, donde toda una sociedad reclama el cambio y apoya la caída del gobierno de turno. Y una vez echo del poder, la transformación del sistema político en torno a la figura del Caudillo.

Ceresole marca en ese sistema dos limitaciones: 1) la corriente democrática: aquella que va a buscar seguir legitimándose en el gobierno a través de elecciones. Dicha estrategia dentro de un mundo de sinarquias, tiene tiempo limitado: le ocurrió a Perón en el `55, y casi le ocurre a Chávez en el 2002. Por lo tanto, hay que eliminar a los “demócratas” de los gobiernos reformadores y transformar el sistema político, eliminando la famosa “soberanía popular”, herejía creada por Jacobo Rousseau. 2) Muerto el Caudillo, muerto el sistema: aquí Ceresole no podía hallar respuestas claras. Dentro de los tipos ideales de Max Weber, el Caudillo ingresa dentro de la Legitimidad Carismática (el “acclamatio” de todo un pueblo nos dice), pero al morir el sistema bien puede caer en una Legitimidad Racional-Legal (en la actualidad dada por la Democracia Representativa ) o en la Legitimidad Tradicional.
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Uno de los últimos libros de Norberto Ceresole: "Caudillo - Ejército - Pueblo. La Venezuela del Comandante Chavez", texto que fue importantísimo para los cuerpos dirigenciales de la primera etapa de la organización de la revolución bolivariana.

Aquí entonces debemos rescatar el pensamiento de Julius Evola: de la Legitimidad Carismática , debemos pasar a la Legitimidad Tradicional , para que el sistema pueda perpetuarse y no caer en el “mal menor” de los tiempos actuales: la democracia electoralista. (3)

El Caudillo es quién debe restaurar los valores tradicionales, y a partir de allí la continuidad del régimen estará asegurada y legitimada. Por tal motivo, es vital la constitución de una ELITE que sepa recrear un Estado con legitimidad tradicional. Alcanzando este propósito, podrá recrearse una nueva dirigencia política y social, que apunte hacia la trascendencia del Hombre y a la iniciación guerrera para confrontar las fuerzas e ideologías engendradas por subversión moderna y la contra-iniciación

La lucha continua entonces. Aquellos que hemos sido influidos por la obra de Ceresole, combatiremos esa conspiración del silencio. Personalmente, Don Norberto representa todo lo que me hubiese gustado hacer de mi profesión. Acompañarlo en sus viajes, en las charlas con los grupos de asesores, en debatir cara a cara el futuro de un gobierno en medio de una crisis donde la vida de uno corre peligro. Lo que hubiera dado para acompañarlo durante sus conversaciones con Velazco Alvarado, con Hugo Chávez, pero esencialmente con el Ayatolla Komeini, el líder espiritual que inicia la rebelión fundamentalista, que bajo nuestra óptica, es lo más serio que se ha hecho en estas décadas para enfrentar la herejía moderna.

Norberto Ceresole, bienvenido a la inmortalidad que nuestra mente y corazón le otorgará por siempre.

Lic. Juan M. Garayalde
Buenos Aires, 07 de mayo de 2003

NOTAS:

(1) Ceresole, Norberto. “Caudillo Ejército Pueblo”. Ediciones Al-Ándalus – Madrid 2000. Cap. V: “Una forma de generación de poder: la producción de Inteligencia”.
(2) Ceresole, Norberto. “La Falsificación de la Realidad ”. Ediciones Tercera Posición. Madrid – 1998.
(3) Acerca de los elementos teóricos que forman parte de una Legitimidad Tradicional, ver: Weber, Max, “Economía y Sociedad” FCE – España 1996 y Evola, Julius. “Rebelión contra el Mundo Moderno”. Editorial Herácles, Buenos Aires 1994.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA GUERRA EN LOS CIELOS


LA GUERRA EN LOS CIELOS


Julius Evola, un pensador “maldito”, incomprendido, que tomo decisiones en un mundo en crisis terminal, con conflictos entre el comunismo, los fascismos europeos y las democracias capitalistas tambaleándose ante espantosas crisis económicas. Evola salto del pensamiento a la acción en un siglo fuertemente ideológico y movilizador como fue el Siglo XX, el siglo de las guerras. Muchos se apresuran a juzgarlo, otros a encasillarlo rápidamente. Quién profundiza en su obra, encontrará a un defensor de los valores de la Tradición Guerrera, que busco no sólo en las ruinas del pasado greco-romano, sino en los hombres del siglo XX una realidad.

En uno de los tantos homenajes que se realizan en diversos lugares del mundo, donde todavía se levantan banderas para la reconstrucción de una aristocracia guerrera, el Profesor argentino Santiago Giromini nos sumerge en el mundo de este gran pensador y de la guerra que se libra en nuestras propias vidas y en el mundo.

Xristos Anesti!
Mons. ++Teofano




LA GUERRA EN LOS CIELOS
Santiago Federico Giromini


"No has venido a este mundo a combatir contra cosas sino con dioses"



Hoy rendimos justo homenaje a Julius Evola, a treinta años de su muerte. Conmemoramos a quien nos reveló acerca de la Tradición: de sus mitos, de sus símbolos y sus ritos; de ese hilo dorado que nos conecta con un mundo perdido y olvidado, del cual nuestro mundo actual es apenas una expresión caída y decadente.

Entre las tinieblas de esta realidad evocamos a Julius Evola, en un mundo que con sus sombras nos oculta la Patria Primordial y a sus Guerreros. Así, también al olvido han querido arrojar a este pensador y contra ello emprendemos aquí el camino del Recuerdo, el del Retorno. Por ello buscamos reencontrarnos con su saber, su obra y su Ser para que la potencia de uno de los Sabios-Guerreros más brillantes de la Tradición se haga presente hoy, en tiempos en que lo Sagrado ha caído en el olvido; para enfrentar la batalla final contra el mundo moderno, la última batalla que nos separa aún de una Nueva Era.

Nos hemos propuesto, para iniciar el tránsito por la senda del Recuerdo, para con-memorar al filósofo italiano, referirnos a la decisiva importancia que su legado posee para las nuevas generaciones. Entonces, para tal fin se hace necesario recordar primero, traer su ser a la presencia, recobrar el legado de su saber y su obra para luego sí develar la relevancia que ellos encierran para las nuevas generaciones.

Comenzando entonces por la primera cuestión planteada nos preguntamos: ¿de qué hablamos cuando nos referimos al saber y a la obra de este autor? ¿Hablamos de una información que nos aporta el filósofo, de datos útiles o edificantes que acrecientan nuestro conocimiento? ¡No! Para algunos puede ser sólo ello, pero no, porque Evola no es un mero intelectual, un mero investigador, es un hombre de la Tradición, para la cual la Sabiduría presenta características del todo desconocidas a los tiempos modernos. En ellos se mantienen términos que han perdido su significado original. Como todo, el lenguaje no se ha librado del derrumbe ontológico: de la decadencia. La Palabra ha tocado su ocaso. Desgastada en el uso cotidiano, ha perdido ya su sentido real y su poder. El Logos, el Verbo Solar que ha creado mundos de la nada, hoy no es más que un instrumento.



Foto artística del gran pensador tradicionalista italiano Julius Evola



Como decíamos, en nuestro filósofo no opera la reducción del Espíritu a la mera inteligencia que prima en nuestra época. En Evola se exteriorizó una esencia, un modo de Ser: el del Sabio, el del Mago. El Espíritu de ese estamento que posee el Arte: la Sabiduría...

En nuestros días poseer la sabiduría quiere decir sólo tener información sobre las cosas, esto es así en la modernidad en que el pensamiento es concebido sólo gnoseológicamente, viéndose aquí deformado el sentido original de la gnosis hasta remitir únicamente al conocimiento como la capacidad humana de producir (interiormente) discursos, estructuras proposicionales, para posibilitarnos la comprensión de lo exterior y la obtención de información acerca del objeto de estudio. El conocer, como fenómeno interior, se enfrenta al Ser, como exterior.

Pero en otro tiempo la Sabiduría fue concebida ontológicamente, vinculada necesariamente con el Ser y no con el conocimiento como mero dato de conciencia. Tradicionalmente a la aprehensión de un grado de Saber le corresponde la ascensión en un grado de Ser, lo cual opera cambios que afectan a la totalidad de la persona.

En la obra de Platón, pensador ya de la Atenas menguante, todavía puede observarse la presencia de tal comprensión; puede apreciarse que quien detenta un recuerdo más claro del mundo de las Ideas, es quien más ha elevado su alma hacia el reino perfecto, que es modelo perenne de este mundo. El saber es recuerdo que eleva al propio Ser, reintegrándolo (disolviendo la dualidad: interior-exterior) a la Patria Celeste. Quien a tales alturas alcanza, se ha adueñado de la más elevada jerarquía ontológica, y por ello es el único que puede reinar de modo legítimo de acuerdo a las formas que rigen el cosmos; es el Rey-Filósofo o Rey-Sacerdote, del cual nos habla la tradición que Platón retoma.

Prof. Santiago Giromini - Foto año 2006 - "Semana Guenoniana de Buenos Aires" celebrada en la Biblioteca del Congreso de la Nación Argentina

Esto es poseer la Sabiduría: ser un Mago. El Mago es quien conoce los fundamentos metafísicos que crean, gobiernan y ordenan el mundo, y quien sabe acerca de su luminosidad, su resplandor o su descenso. Cuando tales sustratos se manifiestan plenamente (se realizan en el mundo), el Sabio encarna esta metafísica y la conserva como justo aparecer del Ser, como su resplandor vivo que brilla en todas las cosas.

Tal conservación de la fuerza original contra el decaimiento hacia lo sombrío, lo informe y lo ilusorio, fue comprendido por la tradición bajo el símbolo lunar, pues la Luna conserva en ella misma la sagrada luz del Sol.

Sin embargo, cuando la catástrofe no pudo -o no tuvo que- evitarse, cuando las esencias primordiales han sido desplazadas por fundamentos falsos, por ilusiones desfiguradas, degradadas de la expresión real del Ser, plasmándose en la figura de un mundo monstruoso; entonces el Mago deberá aniquilar esta falsa metafísica y este falso mundo, cegar con la Luz, con el rayo, toda forma y evocar el retorno de la materia primordial: el caos.

Todo orden ontológico posee su jerarquía. En la catástrofe, en cambio, este orden es subvertido en un reino de sombras que buscan eternizarse ocultando el Ser y su manifestación original. Ante esto el mago libera la inercia de la caída en las sombras, que impera en la ilusión, para cumplir con la esencia de tal estado: desembocar en el Abismo, en el Reinado de la Noche, en la absoluta oscuridad.

Por la Tradición lo simbolizamos con el Sol Negro, aquél de la destrucción o mediante el Eclipse, pues el Sol niega aquí su luz creadora para extinguir a una Luna, que ya no es el aparecer de su luz sino un juego de penumbras ilusorias que han pretendido negar el Sol. Es este el exterminio de todo fundamento: es el fin del mundo.

Por último, a partir de la Noche Sagrada, en el Caos, encuentra el Mago la Materia primera, y así encarnará su Saber como Creador, abriendo y abriéndose a la "tempestad que da alas", re-creando a partir de él los fundamentos sacros y dando vida a un nuevo Origen.

El Mago es por tanto quien conoce este camino, este anillo: de la Creación, de la luz pura que engendra mundos, de la Apariencia, de la manifestación, del brillo, del aparecer de lo primordial; y de la Ilusión, del extravío, y de la deformación del fulgor en la tiniebla y del olvido del Ser Absoluto.

El Mago es quien conoce la profunda historia del Cosmos, y como Sol, como Luna y como Eclipse emerge, y afirma en su Ser su Saber: sosteniendo y conservando el aparecer real de lo sagrado, destruyendo las sombras de la ilusión y creando universos con su poder. Creadores, Iluminados, Exterminadores: ellos Son.

Por ello, de este modo nos hablan los Herméticos de quien posee el Arte: "Ellos deciden acerca de quien rige los cielos". Así lo supieron los antiguos y la ausencia de tal saber llama a la Memoria en nosotros.

Ahora sí podemos retomar nuestro camino -luego de haber intentado divisar tras ilusiones sombrías, la esencia del Saber y sus misterios guiados por el cordón dorado de la Tradición- y aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de la Sapiencia y la Producción de Julius Evola:




ESPARTA - La Aristocracia Guerrera por excelencia


La Sabiduría de este Filósofo es manifestación de la Metafísica Primordial, de las esencias traídas a la tierra por la mano de los dioses, a cuya luz se revela nuestra época presente como una de-formación, como la exteriorización de una contra metafísica catastrófica, cuyos fundamentos son manejados por seres inferos que controlan las existencias de los pueblos que se debaten hoy entre el sueño y la ceguera. Estos seres-inferos no dominan realmente las ideas con las que operan y ellos mismos son víctimas de la caída, de la des-figuración del Espíritu presente en esta ilusión espantosa en que nos encontramos.

Como portadora de tal visión, la Obra del filósofo italiano nos arenga a una ofensiva destinada a liberarnos de esta esclavitud; de ser sólo títeres de fundamentos decadentes. La obra de Julius Evola nos llama a la destrucción... y a una Búsqueda.

Llegado a este punto, nuestro recorrido encuentra cerrado su camino; pues, si este es el significado del Saber y la Obra de Evola: ¿Qué relación puede tener esto con los jóvenes? ¿Qué sentido puede tener su pensamiento para las nuevas generaciones?

Según la visión común que suele tenerse de los jóvenes, ellos no sienten un rechazo real hacia este mundo más allá de la rebeldía de segunda o de los sentimentalismos, que le hacen el juego al sistema-técnico mediante el cual se manifiesta la modernidad imperante. Ellos se mueven constantemente entre ilusiones como si éstas fueran cosas reales, y cuando sienten descontento sólo enfrentan a esas sombras otras quimeras, paso a paso, cada vez más decadentes... y a pesar de todo, en cada nueva generación como de una lóbrega luz, irradia la posibilidad del final y del nuevo principio.

Ahora bien, los jóvenes podrán confundirse en cuanto a lo que creen, juzgan y dicen. Sin embargo, su Ser y su existencia guardan una verdad, que a pesar de permanecerles oculta a ellos mismos, es sustento de la Victoria futura y fuente de esperanza para quien la pueda des-ocultar; corriendo los velos, el telón del contexto actual.

Debemos observar la situación existencial de las nuevas generaciones con una visión más profunda, con una mirada que penetre en lo que realmente permanece velado tras la cerrazón. Tenemos entonces que sumergirnos en lo profundo y llegar al fundamento de lo real. Centremos la mirada en el contexto en el que hoy habitamos, también aquí la guía del pensamiento evoliano se hará presente.

Los jóvenes están -y deben desplegar su ser- en una era que sólo ofrece la resignación para poder soportarla. Y digo los jóvenes, si bien todos estamos en el mismo mundo, porque es más terrible para quien recién ha sido lanzando a él y aún está en el proceso de "adaptación". Por ello es siempre latente la posibilidad de la victoria.

En este mundo no puede divisarse ningún sentido, nada parece poseer un verdadero fundamento. La verdad misma, otrora conquista suprema de la Creación, Cosmos desentrañado a las sombras de la Nada, fruto del desocultar todo cuanto es; ha decaído ahora a ser sólo una correspondencia exitosa entre el discurso perteneciente a un sujeto con la "imagen exterior" del mundo (objeto).

De este modo acontece el juego ilusorio entre una interioridad cerrada en sí misma y una exterioridad "dada", aceptada como existente. En ese juego, el individuo pretende recortarse del cosmos, aislándose, para luego salir de su encierro remitiéndose a lo exterior. Lo que recuperará como verdadero será entonces sólo una "imagen", un punto de vista, obtenido a partir de fenómenos accidentales, pues sin poder concebir el sentido total (cósmico) que revela la esencia última de todas las cosas, arribamos nada más que a una verdad relativa y nula, "útil" a efectos de operar sobre accidentes, pero no sobre el Destino Universal, ni sobre nuestra existencia. Tal verdad sólo brinda el poder de manipular la tierra muerta, nada más.

La verdad ha huído y con ella la posibilidad de comprender nuestra existencia en la claridad de la luz divina.

Todo es oscuridad y confusión, y aún concibiendo la cerrazón de la Tiniebla no puede hacerse nada, no hay causa o visión a la vista que pueda encender de sentido la vida. Todas las "salidas" están clausuradas; las vías de acceso a la trascendencia: a la Sabiduría, al Heroísmo, al Arte; están cerradas y sus selladas puertas han sido olvidadas, tras los sueños de felicidad, tras la promesa de una vida fácil y cómoda ... tras el letargo.

Aun así la farsa sigue. Hoy, se supone, que es la juventud el periodo en que todo es posible, a los jóvenes se les permite soñar con utopías, con cambiar el mundo, con llegar a realizar su propio Ser más allá de los límites miserables que el contexto que enfrentan les impone. Pero luego, claro, tendrán que "despertar" a la edad adulta en una realidad donde nada de lo fantaseado es posible y entonces los caminos a seguir son: Identificarse con lo que hay, y no muchos pueden hacerlo con verdadera convicción, (lo que nos da como resultado este parodia llena de hipócritas en el cual vivimos), o resignarse a lo que hay. Algunos llaman conformismo a esta resignación, pero conformismo es una palabra muy débil para designar el desencanto con el que se vive.

"El desierto crece", y cada vez se llega a la resignación con más rapidez. Hoy tenemos este fenómeno llamado juventud trágica o adolescencia trágica; que consiste en que los chicos se dan cuenta más velozmente que este mundo no vale nada, y que su vida en él tampoco valdrá mucho más... y se resignan más rápido.

Aquellos que sin embargo sienten atracción hacia alguna actividad o poseen una vocación pronto descubren que aquello que pensaron podría realizar su Ser termina viviendo su vida en lugar de realizarla. Porque ya no hay Arte, una tarea con la cual nuestro Ser se identifica, a la que se une y a partir de la cual se realiza y trasciende, sino sólo Trabajo; una actividad que concluye por fundirse en una rutina, en una cotidianeidad que todo lo devora, en una intrascendencia y una obligatoriedad que condena nuestro Ser a la esclavitud más cruenta que se haya conocido, una esclavitud ontológica.

Todo se transforma en trabajo, todas las actividades antaño sagradas: el Sacerdocio, el mando, las artes. Todo cae, bajo la inercia de la pesadez de un mundo sin las alas del Ser, a la ciénaga de lo cotidiano. Ya no guardan todas las cosas la santidad y el sentido del Cosmos, ya la divinidad ha huído lejos, perdiéndose en los cielos infinitos... o quizás peregrina oculta por la tierra oscura, entre aquellos que han olvidado.

La vida se ha tornado homogénea, monótona, pegajosa; la intrascendencia es la fuerza predominante y poco a poco hasta la piedra más dura es desgastada completamente por ese mar.

¡Pero claro!, no debemos olvidarnos del tiempo libre y de los pasa-tiempos, que cortan cotidiana y calculadamente con la rutina laboral; actividades dirigidas a generar cierta distracción (al olvido de sí) para que el tiempo se nos pase un poco más rápido. Mientras tanto, la Muerte espera a riesgo de morir ella misma de aburrimiento.

Sólo se trata de llenar el vacío, y si el vacío se hace sentir demasiado; la situación es más grave y habrá que recurrir a los sustitutos de sentido, ficciones que prometen otorgar un valor, devolver su magia, a la existencia postrada.

Si bien abundan los ejemplos, uno interesante lo representan las expresiones del espiritualismo moderno: new age, yoga, magia, espiritismo... Sí, también disciplinas tradicionales como el yoga o la magia pueden operar como sustitutos, degradados primero y deformados luego, pasan a ocupar su lugar en la tragicomedia moderna.

Sí, la opacidad reinante quiere sumar a sus efímeras expresiones algo de brillo, y muchos se confunden también dentro de este vacío a pesar de intentar marchar por una senda supuestamente tradicional, perdiéndose en el imperio de lo intranscendente. Porque la Tradición no es este mundo degradado más fantasmas y hadas. Si se adoptan las pautas existenciales que la modernidad representa, propone y difunde, la vida estará por completo vacía de sentido; alguna cosa podrá movernos emotivamente, despertar entusiasmo al principio o esperanzas de que determinada práctica llenará nuestra existencia, pero finalmente la inercia de la catástrofe termina por precipitarlo todo a lo efímero a una nada de la cual nada sale.

Aún puede aplicarse esto para quienes encaran de modo auténtico las disciplinas sagradas, pero viviendo sin enfrentar el actual contexto. Tomando un ejemplo prestado a Shopenhauer podemos decir que si echamos un poco del mejor vino en un tonel de basura, como resultado tendremos basura. A estas alturas ya no se trata de condimentar los desperdicios sino de tirarlos, de despertar a una visión de la catástrofe y de llegar a un enfrentamiento total, a una Guerra Absoluta.

En conclusión, el hombre moderno ya sea esclavizándose en el trabajo, llenando el vacío del tiempo (que a cada paso lo lastima) con distracciones o haciéndose adicto a sustitutos de fundamentos Verdaderos para evitar el vacío, no puede encontrar significado alguno a su existencia, y así a cada momento deviene hacia la Nada. A un Abismo que deberá ser cruzado. Es que finalmente el hombre moderno que quiso ser libre despreciando lo Sagrado, ya no sabe que hacer para liberarse de su propia libertad.

Ningún sentido para la existencia a la vista, en esta edad que hoy se disfraza de víctima agonizante, de Post-modernidad, que con el atuendo de no-verdad y con sus fundamentos débiles finge rendirse para evitar el inminente Ataque.

El hombre moderno retrasa su final, aletarga su inexorable devenir hacia la Nada; su vida es sólo un poco de veneno cada día, un poco de sinsentido coloreado y disfrazado, un poco de nada cada día; para no tener que enfrentar el vacío de su existencia, para no enfrentar la Muerte de una vez por todas y superar la Angustia Total que ella ocasiona, a través de un Sentido Real. Y cuidado que hablo del hombre moderno, pero todos estamos expuestos a la inercia de la catástrofe; tal fuerza nos rodea, penetra en nuestro Ser buscando darle una forma ilusoria, envolverlo en la Penumbra, hundirlo en el ocaso. Y en consecuencia, nos encontramos siempre enfrentados a ello, siempre entre la Perdición y la Victoria.

Y, ¿pueden los jóvenes percibir esto? y si lo logran ¿pueden enfrentarlo? De uno u otro modo cada joven es un choque de fuerzas en que la inercia del sinsentido puede triunfar o ser vencida, y del resultado de tal conflicto dependerá la forma impuesta a la propia vida. Por esto cada nueva generación es una gran guerra y una gran oportunidad.

Pero como todo en el contexto actual, la guerra total también encuentra un sustituto; en el sueño de cambiar el mundo, el afán de organizar de un modo más justo las ruinas actuales para evitar el dolor de los más. Sin embargo, no existe otro modo de cambiar esta realidad que dejándola ser lo que es: la Nada. Sólo una negación radical esgrimida contra los fundamentos del mundo moderno, y no un aceptar como real el estado de cosas para buscar luego una mejor administración, sólo eso puede salvarnos, sólo eso puede liberarnos.

La Tradición vuela más alto y nos advierte acerca de este sueño burgués y comercial de inter-cambiar el mundo, ella nos dice que el mundo a mutado de Oro a Plata, de Plata a Bronce y de Bronce a Hierro; ya no es posible otro inter-cambio, ni engañando al comprador. Sólo queda tras-mutar, llegar a una transformación profunda, total y trascendente. No es este un cambio de cosas sino de Ser; no es este cambio una transacción administrativo-comercial sino una misión guerrera: se trata de que con el hierro de nuestra era se forjen en la disciplina del fuego y el tormento, los Seres que reconquistaran el Oro perdido.

Estamos en el Hierro, a pesar de que el pensamiento (caminando por la senda de la Tradición) despierte el recuerdo e ilumine una Fiesta en la cual nos reencontramos con los símbolos primordiales. Sin embargo, nadie puede afirmar hoy que ha encontrado el sentido, aquel que puede alumbrar un Mundo Sagrado e iluminar la mágica Tierra. Son tiempos estériles, y a pesar de que aún hay valentía, y que también brilla el recuerdo original en unos pocos, nos faltan los Creadores; aquellos que en la osada búsqueda, guiados por antiguos símbolos, pueden encontrar.
Y hoy es tiempo de Creadores, cuando lo que ha sido iluminado como creación en el Alba de los tiempos y que fue luego conservado como Sagrado, ha declinado en la ilusión. Podrá señalársenos que tal fenómeno no es característica única de los tiempos modernos, es cierto, nuestros antepasados conocieron las sombras, las expresiones degradadas del Ser, sus facetas más confusas y oscuras, conocieron y enfrentaron la Desgracia, ¡pero como Desgracia!. Sólo en la Modernidad, en la fase última, se ha querido y podido ocultar la Desgracia al punto de organizar y estructurar la ilusión presentándola como sistema e imponiéndola como única realidad. La Modernidad no enfrenta; escapa y se engaña a sí misma. Los antiguos padecieron la Desgracia como ausencia de la gracia, y por tanto lucharon siempre para retornar a ella; guardando su poder y su recuerdo en el Mito y persiguiendo tenazmente la restauración del Oro, del Paraíso, en las azañas que han forjado las Leyendas.

En nuestro tiempo la gracia también está ausente en la Des-Gracia y la Des-Gracia está oculta tras la ilusión, por ello la posibilidad de restauración heroica se hace imposible sin antes vencer primero al Reino de las Sombras, si no se lo destruye por completo. Y es por ello el sueño de cambiar el mundo un deseo inútil, un fuego sin trascendencia que se consume en sí mismo, dejando un desierto en nuestro interior.

Estamos en la fase última de la Edad de Hierro, pero también podemos abandonar por un momento los Símbolos de la Tradición y desentrañar el contexto actual en los términos en que ha sido comprendido, dentro de la modernidad misma. Así diremos que contemplamos el rostro del Nihilismo occidental, la carencia total de lo Sagrado, de la claridad y la verdad, del Sentido del mundo y de toda existencia. Este fenómeno que comenzó afectando a las altas esferas del pensamiento y el poder, hoy es una peste que afecta a casi toda la población de Occidente. Y no obstante, es más grave para quien recién despierta en esta tierra vacía de toda Gloria, de toda Felicidad real, es más grave para los jóvenes, y sin embargo el signo de la Victoria siempre se les ofrece. Tomarla o no depende de la Voluntad.

Dentro de la ilusión, adictos a ella, los artífices de la corrupción festejan sus logros y nos dicen: "¡Hemos des-hechizado el mundo!, y continúan su avance desencantando todo lo que tocan. ¡Adelante! ¡Sigan! Ya renunciaron al Cosmos, al significado total, ya se afirmaron en una mísera individualidad enfrentándose a la tierra que conciben como una cosa a dominar por medio de su razón técnica, (a destruir por su ignorancia arrastrada por los sueños de un "progreso" desquiciado). Esta ratio que es la expresión devaluada del Pensamiento; aquel que arrancó mundos de la Nada, por el cual todo se nos hizo presente, aquel que detentaron nuestros sabios, nuestros líderes y nuestros poetas, hoy es la herramienta de manipulación de científicos, políticos e intelectuales.

¡Continúen! La nada espera.

El desierto crece y el hombre moderno guarda desiertos dentro de sí. Como la pandemia más aterradora que ha enfrentado la humanidad se extienden las enfermedades de la personalidad (lo que ellos llaman patologías mentales) por todos los rincones de Occidente. ¿Podría ser de otra manera? ¿No fue la modernidad acaso una gran Neurosis que desarraigó a los hombres de la claridad del Cosmos, ocultando el Sentido, para dejar a los individuos hacerse de su propio sentido y sus propios ritos? ¿No convirtieron la personalidad en una ilusión sin sustento, sin suelo en el cual afirmarse? ¿No transformaron la vida en algo eficientemente insoportable, con la gota constante de la monótona cotidianeidad cayendo sobre cada hombre hasta partir incluso a los más fuertes?

Así avanzan, así arriban a la locura, la lucidez volverá a acompañarlos justo al final del camino, un instante antes de enfrentar la Muerte... y será tarde.

Éste es el Nihilismo que hoy carcome las entrañas del Sujeto moderno. Ese Sujeto que profanó a la Diosa, que desacralizó la Tierra, y la puso como Objeto; ése que se desendiosó a sí mismo poniéndose como Sujeto, encerrándose en la prisión sin Cosmos de su individualidad, arrojando la divinidad fuera de sí y del mundo, al infinito, a un Cielo en el cual ya no puede creer.

De este modo agoniza hoy el espíritu enfermo de una época; y en su agonía comienza a mostrarnos su verdadero rostro, poco a poco la penumbra se disipa, y los Signos del final aparecen... a quien puede Ver.

La edad técnica aturde con sus habladurías con sus fanfarrias progresistas, y con su frenético movimiento. Pronto tales sonidos se fusionan, se tornan homogéneos, se vuelven fondo: Silencio. Donde como un poderoso rayo la Voz de los Cielos puede irrumpir.

Podríamos acabar esta tragedia diciendo que: Así es como en la modernidad, esa edad que puso la vida por sobre todo, tratando de apartarla del sufrimiento, de la dura búsqueda de la Sabiduría y del arriesgado heroísmo; terminamos por darnos cuenta de que: La Vida ha perdido ya toda su Gracia, y lo que es peor, ha degenerado en algo monstruoso.

La edad muere, y en su caída arrastra un mundo con ella, un mundo que se desfigura y que con sus cosméticos recursos técnicos trata de ocultar su faz cadavérica.

Bien, éste es el contexto en el que realmente deben habitar las nuevas generaciones, ellas pueden conocerlo o no, pero su esencia entera depende del enfrentarlo o el padecerlo: de la pérdida o la conquista del propio Ser. A su alrededor se agita una orbe de espectros; adictos al consumo, a los sustitutos de sentido, a lo efímero; muertos en vida que precisan de sangre joven para continuar la farsa, de la cual su alma a caído prisionera.




ARISTOCRACIA GIBELINA - Escudo de guerra de la Dinastía Hohenstaufen


Pero hay quien ve la Pesadilla y hay también quien puede despertar. Existen quienes pueden sentir un rechazo hacia este mundo, tener ante él una experiencia angustiante y liberadora ante la Nada de la cual es expresión, enfrentar el vacío y superarlo. Algunos disiparán el espejismo de felicidad en esta quimera repleta de hipócritas, de infelices tras máscaras sonrientes,de pragmáticos utopistas y de ateos creyentes. Algunos podrán desenmascarar la farsa, y ver tras la máscara: las Ruinas. Y no las reconocerán como su verdadero mundo.

Todavía hay quienes pueden sentir una Unión, un vínculo con lo divino, una percepción velada, una Idea, una Visión; tal como si la Tierra Mágica los visitará en sueños para guiarlos a su futuro encuentro.

Éste es el Recuerdo de lo Sagrado; fruto del llamado del Origen cuyos sonidos, tras el ruido maquinal de la edad técnica, aún algunos pueden escuchar. Tal clamor es el que llega bajo la forma de la visión sesgada y del recuerdo. Como la eterna nostalgia por un Paraíso perdido, nos convoca a Conquistar los Cielos, a liberar la divinidad.

Ese llamado, que proviene del pasado remoto y del futuro próximo, tiene el poder de hacernos sentir como Ángeles, caídos en esta oscuridad. La fuerza de conectarnos con una guerra arcaica, presente y venidera: Perpetua, fiel al anillo del Ser... ¿Podremos reconocer en la guerra misma el Paraíso?

El recuerdo despierta en muchos, pero no a muchos despierta. A quienes les abre los ojos les abre también un camino; disolviendo el ensueño, la falsa felicidad. Tras la farsa emergerá la Des-Gracia... y percibir esta gracia ausente es quererla de vuelta e ir a buscarla. Quienes comprometen su existencia en esta misión, buscan el Grial, la piedra del exilio, lo sepan o no; y van tras una nueva santificación del mundo... Tras el Nuevo Mundo. Percibir el Reino caído y al Rey postrado, "hacer la pregunta" por el fundamento de tal estado: su "porqué"; y a partir de allí emprender la misión, el viaje a la Fuente, a la Potencia de la cual emana la Gloria, para lograr la Restauración de la Tierra. Éstos son símbolos con los cuales la Tradición ilumina el rumbo de aquellos que combaten la Desgracia.

Es la reminiscencia de lo Sagrado el fundamento de la Búsqueda. Sin embargo, muchos han emprendido una búsqueda sin fundamento que es sólo hija del vacío, una reacción ante él. Nos encontramos en una época de búsqueda. Ella acontece incluso en aquellos que desde sus funciones o posiciones sociales nos parecen más persuadidos; y es que esta quimera ya no convence a nadie. Incluso el político, el intelectual o cualquiera de esos que hoy "mandan" y "saben", saben sólo como deben actuar cuando salen a escena; pero al bajar el telón ya no Creen, y muchos, heridos por la Nada; dirigen su mirada más allá. Mas tal persecución troca en una pasión inútil cuando no se compromete la existencia entera en ella. Asumir el Anhelo que bendice y llama a nuestro alma, de modo impropio, harán naufragar la existencia en la hipocresía patológica, en el abrazo desesperado a sustitutos de sentido y en enfermedades de la personalidad.

Sin embargo la búsqueda sin fundamento encierra un valor, en tanto reacción o rechazo ante lo vacuo, implica un paso afuera del mundo, pero también un paso dentro de nada. De uno u otro modo, muchos participamos de este proceso, de esta Cruzada. Algunos se pierden en ella y otros avanzan rumbo al nuevo amanecer marchando sobre una senda eterna.

Y es justamente en esta época de extravío y de paso a un nuevo horizonte, que la Sabiduría, la Obra y el Ser de Julius Evola irrumpen como el rayo nocturno, para traer a la Tierra la velada luz divina.

A través de su genial Obra, la Tradición se hizo presente en las postrimerías de la modernidad, como la manifestación de la Voz primordial para despertar la Memoria sagrada. Y esto es así porque la Tradición, con sus mitos, sus símbolos y sus ritos, devela las vías por las cuales la búsqueda se realiza en forma verdadera. Porque ella es la revelación de la Gracia y su camino: de su Ausencia y de su Retorno.

Y sin embargo, como nos advierte Evola, incluso dentro del sendero tradicional, la Búsqueda puede vivirse de dos maneras:

Una consiste en concebir esta edad decadente como un estado pasajero del cual debemos esperar su término para arribar a una nueva Edad Dorada. Tal búsqueda es pasiva, es una espera.

El otro modo de encararla es sabiendo que: "el río de la historia corre por el lecho que el hombre mismo le traza". Que este mundo en ruinas es producto de oscuros artífices, de los mercaderes, esclavos y parias que han poseído y poseen el poder político, cultural y económico. Esta Cruzada es contra la decadencia y sus artífices: es la Guerra.

Evola afirma su existencia en esta posición, tras la visión de este orbe de ruido como una prueba, un gran riesgo y un llamado al combate.

Ahora se nos hace clara la relevancia que el pensamiento evoliano encierra para los jóvenes, quienes en el marco actual se debaten entre la adhesión, la resignación y la búsqueda, y en cuyo interior se dirime el conflicto por la continuidad de la corrupción o el regreso de la Salvación. A través del filósofo italiano, y en momentos decisivos, reciben la llamada al combate, a Velar junto a una Legión eterna.

Mas lo dicho no debe hacernos creer que la doctrina tradicional da "recetas" acerca de cómo pelear esta guerra, y menos aunque nos dice cuál y cómo será el nuevo aparecer de la Esencia. ¡Abandonemos de una vez por todas la modernidad! La Tradición no da soluciones técnicas, no se encuentra en manuales que facilitan información sobre el objeto para operar sobre él. Ella es la senda que transforma nuestra existencia en camino al Ser absoluto, una sustancia que cobra nueva vida en nosotros, no un conjunto de teorías interesantes o útiles para la vida cotidiana. No es el determinismo actual, es la Libertad absoluta.

Por ello, realizar el camino tradicional no es nunca aplicar lo ya hecho en otro tiempo, eso no es hacer acontecer lo Eterno. Hoy podemos levantar antiguos tiempos, vestir viejos uniformes, desempolvar pretéritas manifestaciones de lo Sagrado, pero el Sentido no estará con nosotros y tal obra no será más que una parodia.

Lo Sagrado siempre es lo mismo, pero no es lo igual. Es lo mismo que aflora siempre de modo diferente. Por esto recuperar la Tradición es retomarla de forma creadora, haciendo comenzar lo mismo (la Gracia original) pero necesariamente de forma diferente. Así, mediante cada Iluminación, se descubre que el anillo del Ser es tal vez una espiral oculta.

Sin la potencia de la Iluminación sólo desenterraremos piezas de museo. Pero ¿es hoy posible la Creación "en tiempos en que los dioses han huído"? Y no lo es sino sólo como fruto de una guerra. No lo es si no puede vencerse primero está vida desarraigada de todo significado auténtico, esta existencia que se esfuma y se disuelve en lo Infero, en un pasar sin un porqué y un para qué, en un Abismo en el cual aún nuestra era no se atreve a Caer.

Durante mucho tiempo, un conflicto a veces imperceptible, cobra forma a nuestro alrededor. Cada nueva generación es la esperanza de gloria para unos pocos y la renovada promesa de la Victoria final por sobre un mundo.

¡El desierto crece! ¿Acaso tú no has experimentado ya ese anonadamiento interior? ¿Nunca has creído tener dentro de ti un páramo? ¿No has padecido el embate de una fuerza que te transforma en suelo Infértil? ¿no has vivido en carne propia la muerte del Espíritu, reflejo del Ocaso?...Y sin embargo, otras veces no has sentido el fuego que se inflama enloquecido ante el apagamiento del propio Ser? Y ardiente de tal furor ¿No has decidido arrojarte por entero contra la ruina de ti mismo, lanzarte al final precipitado o a la Salvación?

¡Ésto es la Guerra!

La búsqueda del Sentido mismo nos conduce a desocultar la Amenaza que se oculta en esta vida cotidiana e intrascendente, en las pequeñas pero constantes y arteras heridas que nos hace día a día el desierto creciente, al punto de hacer añicos millones de espíritus y voluntades.

La Rebelión debe hacerse manifiesta como contracara de la vida efímera y estéril, porque tal lucha santifica la propia vida, la vincula y la abre a lo trascedente.

No debe creerse que confundimos aquí la Fase Heroica, una parte del Ciclo, con la finalización del mismo. Si bien no podemos, en este escrito profundizar acerca de tal cuestión, diremos que aun en la Edad de Hierro, mediante el heroísmo, muchos se abren paso a los Jardines del Paraíso. Incluso algunos valientes guerreros han trazado límite ('Katechon') a la desgracia y a la miseria de la edad, en las Islas, poniendo a resguardo a sus pueblos y ligándolos a la trascendencia pero ¿Esto haría posible realizar tal proeza? Y si es posible lograr el emerger de territorios donde la Gloria triunfa, ¿No retrasa ésto la caída absoluta y el nuevo comienzo?, ¿No debemos acelerar la destrucción?

¿O el heroísmo es hoy sólo rumbo que conduce o a la propia inmortalidad o a la conclusión del Ciclo y la conquista de la nueva Edad de Oro?

Ante tales interrogantes, debemos responder: quien quiera mandamientos que los busque en otro lado.

Los Ciclos, las Edades y el Cosmos mismo todo es Símbolo iluminado y alumbrador. Símbolo que existe para ser re-encontrado en el propio camino para cobrar nueva vida, para ser re-creado y no para cosificarse y pudrirse como objeto de culto de una veneración idólatra y ciega.

Hacia la recreación de los símbolos nos conduce la luminosa guía del pensador-legionario, cuya Obra arenga hoy más que nunca, a las nuevas generaciones, llamándolas a enfrentar como una riesgosa prueba su destino actual. Pues sólo a través de esta lucha podrán liberar su propio Ser.

Evola, quien es parte de la eterna Legión que Vela en torno al fuego de Ur, a la llama Eterna que transporta la Tradición; nos convoca a recuperar el poder del Origen, a empuñarlo en una ofensiva a través de la cual nos lancemos a conquistar el Mundo, creando otra realidad.

Y no sólo las Tierras Aureas pueden ser Conquistadas mediante la Batalla. En esta Búsqueda activa también podremos alcanzar nuestro verdadero Ser. Porque es la Guerra el camino en que la Gracia se manifiesta a través de lo heroico. Es la marcha por la senda de la Gloria y la Victoria contra el Reino de los muertos en vida, más allá del cual se encuentra la Inmortalidad...

Sí, sabemos lo que se encuentra allende el Abismo, tras la Cruzada, tras ella, sin haberlo alcanzado aún, sabemos lo que nos espera: el Origen, la Divinidad, la Tierra Mágica, otra vez... ¡La Inmortalidad!, ahí está, para quien pueda conquistarla.

Poco a poco las nubes de la última Tempestad nublan el cielo de una era; cuatro jinetes se aprestan a liberar la destrucción, y un Dios Peregrino, oculto tras el sayo y el olvido, comienza a reunir a aquellos que velan para la Batalla. En tales tiempos el Llamado se abre camino y brinda sus señales en la Obra de Julius Evola.

Un final y un nuevo comienzo se retrasan o se avecinan, y la guía que del pensamiento evoliano representa puede servirle a los jóvenes, a las nuevas generaciones, para abandonar causas efímeras y estar a la altura del tiempo, del fin de los tiempos, que les toca enfrentar.

Concluimos este viaje por el Reino de las Sombras, a través de una época tenebrosa, en la cual también Evola libró su Guerra.

¡Qué la Gloria sea para quienes se atreven a lanzarse a tal precipicio y probar su Ser en él! ¡Que la Gloria sea con quienes han buscado la Divinidad en el fondo del Abismo, porque aún en el Infierno, han podido recordar el Paraíso!

Finalizamos también aquí nuestro homenaje a Julius Evola, Sabio de la Tradición; quien, a diferencia de los "sabios" actuales, no cayó -en el enredo de lo efímero- prisionero de la decadencia reinante y comprometió su existencia toda en conquistar el sentido absoluto del Cosmos, batiéndose en una Guerra en los Cielos donde el destino del Universo se define.

Por ello, y porque es parte de la defensa del Fuego Divino mantener vivo el Recuerdo de los héroes; quienes hoy decidimos, combatir este mundo desencantado y unirnos a la rebelión contra el mundo moderno, en nombre de la Tradición y el Retorno de lo Sagrado, evocamos hoy a Julius Evola. ¡Que su Espíritu Inmortal luche con nosotros esta gran Guerra!


*Santiago Federico Giromini - Filosofía UBA - Especialista en la obra de Martin Heidegger - Escritor, Ensayista, Docente - Miembro del comité organizador de la "Semana Guenoniana de Buenos Aires".