Transcribimos el cuento del escritor Gustav Meyrink llamado “El Juego de
los Grillos”. Al final, un breve comentario del mismo.
DAS GRILLENSPIEL
EL JUEGO DE LOS
GRILLOS
Gustav Meyrink
Los DUGPA o DRUKPA con una corriente magica religiosa del budismo tibetano. También conocidos como los "capacetes rojos", provenientes de una subdivisión de la Kagyu (los del "linaje oral").
-¿Y? -preguntaron los
señores, como por una sola boca, al entrar el profesor Goclenius más
rápidamente de lo que era su costumbre y visiblemente alterado- ¿Le entregaron
las cartas? ¿Ya está Johannes Skoper viajando de regreso a Europa? ¿Cómo se
encuentra? ¿Llegó alguna colección con el correo? -inquirían todos a la vez.
-Solamente esto -dijo
el profesor muy serio colocando sobre la mesa un paquete de hojas manuscritas y
un frasquito en el que se podía vez un insecto muerto de color blancuzco y el
tamaño de un ciervo volante-. El embajador chino me lo entregó personalmente
con la aclaración de que llegó esta mañana, vía Dinamarca.
-Me temo que se ha
enterado de alguna noticia desagradable sobre nuestro colega Skoper -le
cuchicheó al oído un caballero de barba afeitada a un anciano profesor de
ondulante melena leonina, director como él en el Museo de Ciencias Naturales,
que se había quitado los lentes y observaba con profundo interés el insecto
metido en el frasquito.
Era aquél un recinto
muy particular, en el que los señores -seis en total, y todos ellos
investigadores científicos de la vida de los lepidópteros y coleópteros- se
hallaban sentados alrededor de una ancha y larga mesa.
La mezcla de los
olores de alcanfor y sándalo acentuaba ese clima extrañamente mortuorio que se
desprendía de los diodones que pendían de cuerdas fijadas en el cielo raso y
que, con sus ojos vidriosos y saltones parecían las cabezas truncadas de
espectadores fantasmales, las máscaras diablescas de salvajes tribus insulares,
los huevos de avestruz, las bocazas de tiburón y los dientes de narval, los
monos derrengados y de otras mil formas y figuras grotescas provenientes de
zonas muy lejanas.
De las paredes
-colgados sobre los marrones armarios carcomidos que tenían algo de monacal
bajo el sol del atardecer que jugueteaba con las plantas del jardín y las
combadas rejas de la ventana- pendían, amorosamente enmarcados en oro y
semejantes a retratos de venerables antepasados, cuadros a todo color de
escarabajos en proporciones gigantescas.
Con una de sus manos
extendida en un gesto cordial, una tímida sonrisa rodeándole los ojitos
redondos y la nariz en forma de botón, con el alto sombrero de copa de uno de
los señores disectores sobre su cabeza y el porte de un alcalde de aldea que se
hace fotografiar por primera vez en la vida, un lirón se asomaba
obsequiosamente desde un ángulo del aula, en el que también se balanceaban unos
cuantos cueros da víbora.
La cola oculta entre
las sombras más lejanas del corredor y las partes más nobles de su cuerpo a
punto de recibir una nueva mano de esmalte -para dar cumplimiento de este modo
al deseo expreso del señor Ministro de Enseñanza-, el orgullo de todo el
Instituto, un cocodrilo de doce metros de largo, espiaba por la puerta
entreabierta.
El profesor Goclenius
había tomado asiento, desatado la cinta que mantenía atadas las hojas
manuscritas y pasado rápidamente la mirada sobre las primeras líneas
acompañándose con un murmullo inteligible.
-Esto está fechado en
Bután, en el sudeste del Tibet, el Io de Julio de 1914, o sea cuatro
semanas antes del estallido de la guerra; de lo que se infiere que esta carta
tardó más de un año en llegar a nuestras manos -y agregó luego de una pequeña
pausa-. Nuestro colega Johannes Skoper escribe aquí, entre otras cosas, lo
siguiente: "En otra oportunidad les relataré más detalladamente el rico
botín que pude obtener durante mi largo viaje por tierras fronterizas chinas,
pasando por Assam hasta llegar a Bután, país todavía inexplorado; hoy sólo
quiero referirme lo más sucintamente posible a las circunstancias asombrosas a
las que debo el descubrimiento de un grillo blanco como verán totalmente
nuevo" -el profesor Goclenius señalaba mientras leía estas últimas
palabras al insecto que estaba en el frasco- "y que los chamanes utilizan
para fines religiosos bajo el nombre de Phat, una palabra que les sirve
a la vez de insulto para todo lo que se parezca a un europeo o individuo de
raza blanca.
"Pues bien:
cierta mañana me entero -por intermedio de unos peregrinos lamaístas que se
dirigían a Lhasa- que cerca de mi campamento se encontraba un alto exponente de
los Dugpas, algo así como sacerdotes del diablo temidos en todo el
territorio del Tibet, reconocibles por sus gorros escarlatas, y que afirman ser
descendientes directos del demonio de los hongos. Lo cierto es que estos Dugpas
pertenecen a la antiquísima religión tibetana de los lamaístas y chamanes
de la cual conocemos poco y nada, y son hijos de una raza extraña cuyos orígenes
se remontan hasta la noche de los tiempos. Este Dugpa -me decían los
peregrinos mientras hacían girar furtiva y supersticiosamente su molinillo de
oraciones- es un Samtche Mitchebat, un ser que ya no debe ser designado como
hombre, que puede "ligar y desligar", para decirlo en
pocas palabras, gracias a su facultad de ver más allá del tiempo y del espacio,
puede realizar todo lo que se proponga en esta tierra. Existen, así me dijeron,
dos caminos para alcanzar esas alturas que sobrepasan todos los poderes
humanos: uno, que es el de la «luz» -la compenetración con Buda- y otro
opuesto: el «camino de la mano izquierda», al que solamente tiene acceso
un Dugpa de nacimiento... y que viene a ser un camino espiritual lleno de
horror y de espanto. Estos Dugpas «natos» pueden aparecer -aunque muy raras
veces- en cualquiera de los puntos cardinales y son casi siempre hijos de
padres sumamente religiosos. «Parecería», opinaba el peregrino que me confesaba
todas estas cosas, «que la mano del señor de las sombras colocara en estos
casos una rama emponzoñada en el árbol de la santidad.» Resulta ser que existe
un solo medio para saber si un niño se halla o no espiritualmente vinculado a
la liga de los Dugpas; de ser así, el remolino de cabello que todos tenemos en
la coronilla debe girar de izquierda a derecha en vez de hacerlo en dirección
inversa. "Yo expresé inmediatamente -por pura curiosidad- mi deseo de
conocer personalmente al Dugpa de alto rango que se hallaba por los
alrededores, pero el jefe de mi caravana; que también es un tibetano oriental,
se negó terminantemente.
"-¡Son puras
tonterías! -gritaba-, en todo el territorio de Bután no hay un solo Dugpa; sin
contar que ningún Dugpa, y mucho menos un Samtche Mitchebat, se avendría a
mostrar sus artes a un ser de raza blanca!
"La oposición
demasiado enfática de este hombre despertó en mí sospechas cada vez mayores a
medida que él se desgañitaba, y después de un larguísimo y astuto
interrogatorio pude sonsacarle que él mismo practicaba la religión de los
Bonzos y que estaba perfectamente enterado -por el tinte rojizo de los vapores
que despedía la tierra, eso es lo que me quiso hacer creer- que había un Dugpa
en las cercanías del campamento.
"Pero nunca
consentiría en ofrecerte una muestra de sus artes seguía repitiendo sin
cesar...
-"¿Por qué no?
-seguí preguntando.
"-Porque no
asumiría la... responsabilidad.
"-¿Qué clase de
responsabilidad? -quise saber.
"Sucede que las
perturbaciones que con ello ocasionaría en el reino de las causas lo lanzarían
nuevamente en la vorágin de las reencarnaciones, si es que no ocun'e algo
muchísimo peor.
"Yo estaba
interesado en saber más acerca de la misteriosa religión de los Dugpas, por lo
que le pregunté:
"-¿Tiene el
hombre, según tú religión, un alma?
"-Sí y no.
"-¿Cómo es eso?
"Por toda
respuesta el tibetano arrancó de la tierra un brizna de hierba y le hizo un
nudo:
"-¿Tiene esta
brizna un nudo?
"-Sí
"Desató el nudo.
"-¿Y ahora?
"-Ahora ya no lo
tiene.
"-De ese mismo
modo tiene el hombre un alma y no tiene -afirmó con toda llaneza.
"Traté de
encarar la cosa de otro modo para llegar a teñe una idea más clara acerca de su
manera de pensar.
"-De acuerdo,
supongamos ahora que al cruzar aquell desfiladero tan terriblemente peligroso
te hubieras caído al abismo ¿tu alma habría seguido viviendo o no?
"-¡Yo no me
habría caído!
"Haciendo una
nueva tentativa le mostré mi revólver:
"-Y si ahora te
mato de un tiro, ¿seguirías viviendo o no?
"-Tú no me
puedes matar.
"-¡Claro que
puedo!
"-Bueno,
entonces trata de hacerlo.
"¡Ni loco! pensé
para mis adentros, ese sí que sería un buen enredo... andar por este ilimitado
terreno montañoso sin i jefe de caravana... Él pareció haber adivinado mis
pensamientos! y sonrió no sin cierto sarcasmo. Era desesperante. Me quedé
callado por un buen rato.
"-Lo que sucede,
es que no puedes querer -dijo retomando la palabra-. Detrás de tu voluntad hay
una infinita cantidad de deseos, algunos que conoces y otros que no conoces, y
todos elle son más fuertes que tú.
"-¿Qué es
entonces el alma según tu religión? -le pregunté enojado-; ¿tengo yo, por
ejemplo, un alma?
"-Sí.
"-¿Y si me muero
mi alma sigue viviendo?
"-No.
"-¿Pero, la
tuya, después de tu muerte, sí?"
-Sí. Porque yo tengo
un nombre.
"- ¡ Yo también
lo tengo!
"-Sí, pero no
conoces tu nombre verdadero, por lo tanto no lo tienes. Eso que consideras tu
propio nombre no es más que una palabra hueca inventada por tus padres. Cuando
duermes te lo olvidas, yo no me olvido de mi nombre cuando duermo.
"-¡Pero cuando
estés muerto tampoco podrás saberlo! -repliqué.
"-No. Pero el
maestro lo conoce y no lo olvidará jamás, y cuando él me llame por mi nombre
verdadero, volveré a levantarme; solamente yo y ningún otro, porque yo soy el
único que lleva mi nombre. Nadie más que yo lo tiene. Eso que tú dices que es
tu nombre lo tienen muchos otros en común contigo . . . igual que los perros
-terminó murmurando con desprecio. Y si bien entendí perfectamente sus últimas
palabras, dejé que creyera que no había sido así.
"-¿Y qué es lo
que tú entiendes por maestro? -le pregunté con la mayor naturalidad.
"-El Samtche
Mitchebat.
"-¿El que ahora
es casi nuestro vecino?
"-Sí, pero es
sólo su reflejo el que se encuentra ahora cerca de este campamento; aquél que
él es en realidad está en todas partes. Y puede no estar en parte alguna si
quiere.
"-¿Eso quiere
decir que puede volverse invisible? -tuve que sonreír a pesar mío-, ¿quieres
insinuar acaso que a veces está dentro del mundo en que vivimos y a veces fuera
de él; que a veces está y otras veces no?
"-Un nombre
también está solo cuando se lo pronuncia, y cuando no se lo pronuncia no está
más -fue la respuesta del tibetano.
"-¿Y puedes tú,
por ejemplo, convertirte también en un maestro?
"-Sí.
"-De modo que
entonces habría dos maestros, ¿no es así?
"Yo me sentía
triunfante, ya que, para decirlo abiertamente, la arrogancia del tipo me estaba
fastidiando; ahora lo tenía bien agarrado en la trampa (mi próxima pregunta
sería: ¿si uno de los maestros quiere que brille el sol y el otro quiere hacer
que llueva, cuál de los dos gana?); tanto más perplejo me dejó lo que tuveque
oír a continuación:
"-Si yo llego a
ser maestro alguna vez, seré el Sarntche Mitchebat. ¿O acaso crees que puede
haber dos cosas que sean totalmente semejantes entre sí sin que sean la misma
cosa?
"-Digas lo que
digas, en tal caso serían dos y no uno; si y0 me cruzara con
vosotros, serían dos las personas que yo vería y no uno solo -le contradije.
Los Dugpas han tenido la fama de ser "hechiceros", utilizando la "magia negra", aunque esa es una versión que se transmitió en occidente de la mano de grupos teosofistas y "gnósticos". Existen -precisamente- algunas corrientes "gnosticas" contemporáneas que decian que los Dugpas habían sido responsables de orientar al Nacional Socialismo a su destino tragico.
"El tibetano se
agachó, eligió entre los cristales de calcita que estaban esparcidos por el
suelo uno de especial transparencia y me dijo con sorna:
"-Coloca esto
delante de tu ojo y mira el árbol aquel; lo ves doble, ¿no es cierto? ¿Pero
acaso se han convertido por éso en dos árboles en vez de uno?
"En el momento
no supe que contestarle, tampoco me hubiera sido fácil expresarme en el idioma
de los mongoles -que era el único que podíamos usar para nuestro mutuo
entendimiento-con la soltura y lógica necesarias para abordar un tema tan
intrincado como éste; por lo tanto tuve que dejarlo creer que la victoria era
suya. Pero interiormente estaba asombrado a más no poder por la agilidad
espiritual de ese ser semisalvaje, con sus ojos oblicuos de calmuco y vestido
con aquella sucia piel de cordero. Hay algo extraño en estos asiáticos de las
montañas, por fuera parecen animales, pero a poco que uno les toque su almita,
aparece el filósofo.
"Volví al punto
de partida:
"-¿Tú crees
entonces que el Dugpa se negaría a mostrarme sus artes porque rechaza la
responsabilidad?
"-No, seguro que
no lo haría,
"-¿Pero si soy
yo quien asume toda responsabilidad?
"Por primera
vez, desde que lo conocía el tibetano se desconcertó. Su rostro fue invadido
por una inquietud tan grande, que no le fue posible disimularía. Una expresión
de crueldad salvaje, para mí inexplicable, se alternaba con otra de hondo
regocijo. En todos estos meses que anduvimos juntos hemos pasado semanas
enteras corriendo peligro de muerte, hemos cruzado abismos que llenarían de
pánico a cualquiera, pasando sobre puentes de bambú de apenas un pie de ancho,
y a mí más de una vez me pareció que se me paralizaba el corazón; hemos cruzado
desiertos y casi nos hemos muerto de sed, y él nunca perdía, ni por un solo
minuto, su equilibrio interior. ¿Y ahora? ¿Cuál podía ser la causa que le hacía
ponerse tan fuera de sí? Con sólo mirarlo me bastó para saber que en su mente
las ideas se agitaban en loco torbellino.
"-Condúceme
hasta el Dugpa, yo te recompensaré jugadamente -intenté de nuevo.
"-Quiero
pensarlo -me contestó por fin.
"Todavía era de
noche cuando entró en mi carpa para ¿espertarme. Ya se había decidido, me dijo,
y estaba dispuesto.
"Había ensillado
dos de nuestros hirsutos caballos mongoles, cuya altura no es mucho mayor que
la de un perro grande, y nos internamos en la oscuridad de la noche. Los
hombres de mi caravana seguían profundamente dormidos alrededor de las casi
extinguidas fogatas diseminadas por el terreno.
"Pasaron horas
sin que cambiáramos una sola palabra; ese peculiar aroma del almizcle que las
estepas tibetanas exhalan durante los noches de julio y el monótono rumor de
las retamas al ser barridas por las patas de nuestros caballos, casi me llegan
a embriagar de tal manera, que para poder mantenerme despierto, me vi obligado
a no quitar mi vista de las estrellas, que aquí, en esta tierra salvaje, tienen
algo de llameantes, como si se tratase de trozos de papel encendidos. De ellas
se desprende un influjo excitante que le inquieta a uno el corazón.
"Cuando las
primeras luces del alba comenzaron a trepar por detrás de las cimas de las
montañas, pude notar que los ojos del tibetano se mantenían totalmente
abiertos, sin pestañear, con la mirada siempre fija en un solo punto del cielo.
Observé que estaba como ausente.
"Le pregunté
varias veces si conocía tan bien el lugar donde hallar al Dugpa como para no
prestarle ninguna atención al camino, pero no recibí respuesta alguna.
"-Él me atrae
como la piedra magnética atrae el hierro -balbuceó por fin, como saliendo de un
sueño muy profundo.
"Ni al llegar el
mediodía nos tomamos un descanso; siempre mudo, mi acompañante volvía a
apresurar el paso de su caballo cada vez que éste se mostraba un poco más
lento. Yo me vi obligado a comer mi ración de carne de cabra sentado en la
montura.
"Poco antes del
anochecer paramos -doblando al pie de un cerro totalmente desnudo- cerca de esas
fantásticas carpas que a veces se pueden ver en Bután. Son negras, hexagonales
abajo y Puntiagudas arriba, de bordes combados, y se hallan paradas sobre la
suerte de zancos, de modo que se parecen a enormes arañas lúe tocan el suelo
con sus vientres.
"Yo esperaba
encontrarme con un sucio chamán demelena y barba desgreñadas, una de esas
criaturas dementes o epilépticas -que son tan frecuentes entre los mongoles y
tungusos que se embriagan con infusiones logradas con la cocción de ciertos
hongos y que luego creen estar viendo espíritus o se sienten impelidos a largar
de sí profecías incomprensibles; en vez de ello veo parado ante mí -inmóvil- un
hombre de unos buenos seis pies de estatura, sorprendentemente delgado, sin
barba, con un brillo oliváceo en el rostro -un color como no lo había visto
nunca en un ser humano vivo-, siendo la separación entre sus ojos oblicuos tan
grande, que se me antojaba- antinatural: un ejemplar de una raza humana para mí
totalmente desconocida.
"Sus labios
-lisos como la porcelana, al igual que la piel de toda su cara- eran rojísimos,
finos como el filo de un cuchillo y tan, pero tan curvados -especialmente en
las comisuras muy alzadas, como congeladas en una sonrisa despiadada-, que
parecían haber sido dibujados con pincel sobre su cara.
"Me fue
imposible quitar la vista de ese hombre por largo tiempo... y al volverlo a
recordar ahora casi diría que me estaba sintiendo como un niño al que se le
corta la respiración de puro susto, ante la súbita aparición de una máscara
terrorífica que emerge de las sombras.
"Sobre su cabeza
el Dugpa llevaba un gorro escarlata, en tanto que el resto de su cuerpo se
hallaba cubierto hasta los tobillos por una costosa capa de cebellina
totalmente teñida de anaranjado.
"Tanto él como
mi guía no se dirigieron la palabra ni una sola vez, pero yo sigo creyendo que
se entendieron mediante gestos y señales secretas, puesto que, sin preguntarme
para nada qué era lo que quería de él, el Dugpa dijo de pronto que estaba
dispuesto a mostrarme todo lo que yo deseara, siempre y cuando me comprometiera
expresamente a asumir toda responsabilidad... aun sin conocerla.
"Yo, por
supuesto, me declaré inmediatamente de acuerdo.
"Como prueba de
ello yo debía tocar la tierra con mi mano izquierda.
"Así lo hice.
"Se nos adelantó
entonces en silencio durante un corto trecho y nosotros lo seguimos hasta que
nos ordenó que nos sentásemos.
"Tomamos asiento
junto al borde de una elevación de terreno que se asemejaba curiosamente a una
mesa.
"¿Llevaba yo
conmigo un lienzo blanco?
"Empecé buscando
desesperadamente en todos mis bolsillos, pero nada, hasta que por fin hallé
escondido en el fondo rasgado de mi chaqueta un viejo mapa plegadizo de Europa
bastante borroso ya (que evidentemente había llevado conmigo sin
saberlo durante todo mi viaje por el Asia), lo extendí entre nosotros y le
expliqué al Dugpa que el dibujo representaba un mapa de mi patria.
"Intercambiaron
una rápida mirada con mi guía, y nuevamente pude ver como en el rostro del
tibetano aparecía esa expresión maligna, casi se podría decir de odio, que
tanto me había llamado la atención la noche anterior.
"¿Deseaba yo ver
el juego mágico de los grillos?
"Asentí con la
cabeza y supe al instante qué era lo que me iba a tocar presenciar: ese truco
famoso que consiste en hacer aparecer diversos insectos bajo el influjo de un
silbido o algo semejante.
"Tal cual, no me
había equivocado, el Dugpa dejó oír un sonido chirriante, suave y metálico
(cosa que estas gentes logran mediante el uso de una campanita plateada que llevan
oculta entre sus ropas), e inmediatamente un montón de grillos fueron saliendo
de sus recovecos dentro de la tierra para reunirse sobre el mapa.
"Cada vez más y
más.
"Infinidad de
ellos.
"Ya me estaba
enojando de sólo pensar que por un ridículo truco circense -que ya había tenido
oportunidad de presenciar varias veces en la China-, hubiese emprendido una cabalgata tan
trabajosa, pero, el espectáculo que de ahí en más se ofreció ante mi vista me
compensó con creces el esfuerzo realizado: los grillos no sólo pertenecían a
una especie totalmente desconocida para la ciencia -lo que los hacía
interesantes de por sí-, sino que además se comportaban de una manera más que
peculiar. Apenas hubieron tomado contacto con el dibujo del mapa, comenzaron a
correr sin ton ni son en todas direcciones, para luego ir formando grupos que
se examinaban mutuamente con desconfianza. Súbitamente cayó sobre el centro
mismo del mapa una mancha de luz con los colores del arco iris (provenía, como
constaté al momento, de un pequeño prisma de vidrio que el Dugpa había puesto
contra el sol), y en pocos segundos los pacíficos grillos se convirtieron en un
apelotonamiento de insectos que se destrozaban entre sí de la manera más
abominable. El espectáculo era demasiado repulsivo como para pensar en
describirlo. El chirriar de los miles y miles de alas daba un tono altísimo,
casi melodioso, que me llegó hasta la médula de los huesos; si bien se
asemejaba al canto de u grillos que todos conocemos, estaba compuesto de un
odio tan infernal mezclado con una suerte de lamento tan atroz, que yo se que
no lo podré olvidar jamás.
"Por debajo de
esa masa de cuerpos se iba derramando un jugo espeso y verdoso.
"Le ordené al
Dugpa que parara de inmediato esa bestialidad; pero él ya había guardado el
prisma y se limitó a responderme con un encogimiento de hombros.
"En vano me
esforzaba por separar a los grillos con un palo: sus locas ganas de matar ya no
conocían límite.
"Cada vez
aparecían más de ellos, venían en tropel para participar de este
juego macabro hasta formar una montafla vibrante y pataleante tan alta casi
como un hombre.
"A una legua a
la redonda la tierra se hallaba cubierta por insectos enloquecidos que formaban
una masa blancuzca que pugnaba por llegar al centro movida por un solo pensamiento:
matar, matar, matar.
''Algunos grillos que
iban cayendo malheridos del montón y no podían volver a subir, se destrozaban a
sí mismos con sus antenas.
"El chirrido era
por momentos tan fuerte y tan espantosamente agudo, que me tuve que tapar los oídos
con las manos, porque estaba seguro de no poder soportarlo más.
"Finalmente,
gracias a Dios, los animales parecían ser cada vez menos, las filas que salían
de debajo de la tierra se hacían cada vez más ralas hasta que cesaron por
completo.
"-¿Y ahora qué
se propone? -pregunté al tibetano cuando vi que el Dugpa no demostraba ninguna
intención de dar por terminada la representación, sino que más bien parecía
esforzado en mantener sus pensamientos concentrados en vaya uno a saber qué
idea. Su labio superior estaba contraído de modo tal que se podían ver
claramente sus dientes afilados y puntiagudos. Eran negros como la brea,
sospecho que de tanto mascar hojas y yer una costumbre muy difundida en estas
zonas.
"-Liga y
desliga -oí que me respondía el tibetano.
"A pesar de que
yo no cesaba de repetirme a mi: que no eran más que insectos los que aquí
habían encontrado uu muerte tan horrenda, no podía evitar sentirme por demás
impresionado, tanto, que por momentos creí desvanecerme... y la voz continuaba
llegándome de muy lejos:
-Liga y desliga...
"No podía
entender su significado, y sigo aún hoy sin entenderlo; tampoco puede decirse
que después de lo ya relatado sucediera algo digno de ser tomado especialmente
en cuenta, .por qué sería entonces que yo permanecí ahí sentado? Tal vez
pasaran horas, no lo sé. Era como si la voluntad de levantarme hubiese
desaparecido de mi cuerpo, no puedo definirlo de otro modo.
"Poco a poco el
sol se iba hundiendo, y tanto el paisaje terreno como el celeste fue
adquiriendo ese tinte rojo y anaranjado totalmente irreal, que cualquiera que
haya estado alguna vez en el Xibet tan bien conoce. El colorido de este cuadro
sólo es comparable al de las carpas que se pueden hallar las romerías europeas.
El término "solve et coagula" (disuelve y coagula) es uno de los conceptos fundamentales de la ALQUIMIA, o sea, del "arte de la transformación".
"No me podía
desprender de las palabras: liga y desliga; paulatinamente iban adquiriendo en
mi cerebro un sentido espantoso de verdad; en mi imaginación el bulto compacto
y enorme de grillos se convertía en millones de soldados agonizantes. Sentí de
pronto mi garganta como estrangulada por un misterioso e inconmensurable
sentido de responsabilidad, cuyo tormento era aún mayor por lo mismo que me era
imposible hallar su origen.
"Por un momento
tuve la impresión de que el Dugpa se había ido y que en su lugar tenía delante
mío -escarlata y verde oliva- a la abominable estatua del dios de la guerra
tibetano.
"Pude luchar
contra esa visión hasta tener nuevamente ante mis ojos a la realidad tal cual
era; pero a mí no me bastaba con esa realidad: los vapores que se elevaban de
la tierra, las cimas dentelladas y nevadas de las montañas que se recortaban en
el horizonte, el Dugpa con su gorro escarlata, yo mismo, con mis ropas mitad
europeas mitad asiáticas, y finalmente esa carpa negra con sus patas de araña,
¡todas esas cosas no podían ser reales! Realidad, fantasía, visión... ¿qué era
verdad, qué era mentira? Y para colmo esa torturante sensación de que mi
pensamiento se abría dejando un gran espacio hueco cada vez que volvía a
hostigarme el miedo a ese nuevo, inexplicable terrible sentido de responsabilidad.
"Más tarde,
mucho más tarde. . . durante mi viaje de regreso, este acontecimiento fue
creciendo en mi memoria como una exuberante planta venenosa que yo trataba en
vano de extirpar.
"De noche,
cuando no puedo conciliar el sueño, comienza a tomar cuerpo en mí la vaga
sensación de estar a punto de comprender el significado de la frase «Liga y
desliga», y entonces trato de asfixiarla para que no pueda madurar, del
mismo modo en que uno trata de sofocar un fuego antes de que se propague. Pero
de nada sirve defenderme... en mi imaginación puedo ver como del montón de
grillos muertos se alza un vapor rojizo que se va formando en nubes, que
oscureciendo el cielo como las nubes fantasmales que trae el monzón, se
precipitan hacia Occidente.
"Y ahora mismo,
mientras escribo estas líneas, siento algo que yo... yo... yo..."
-Aquí la carta se
interrumpe -dijo el profesor Goclenius-' desgraciadamente debo comunicarles
ahora que en la embajada china me dieron la desgraciada nueva de la muerte de
nuestro estimado colega Johannes Skoper, acaecida en el lejano Oriente... -el
profesor no pudo seguir; un fuerte grito lo interrumpió: "¡No puede ser,
el grillo sigue vivo después de todo un año! ¡Increíble! ¡Atrápenlo! ¡Se
vuela!". Vociferaban todos al mismo tiempo. El profesor de la melena
leonina había destapado el frasco dejando salir al insecto aparentemente
muerto.
Un momento después de
todo este alboroto, el grillo había salido volando por la ventana hacia el
jardín, y los graves señores científicos, en su afán por darle caza, casi se
llevan por delante al portero del museo que venía para encender las lámparas de
la sala de profesores.
Moviendo
pensativamente la cabeza, el viejo observaba a esos extraños personajes que en
el jardín trataban de dar caza a un pequeño insecto volador. Luego miró hacia
el cielo del atardecer rumiando para sí: ¡Las formas que pueden llegar a tomar
las nubes en estos tiempos de guerra! Ahí hay una que parece un hombre con un
gorro rojo y la cara verde; si no fuese porque los ojos están tan separados, se
diría que es igualito a un ser humano. ¡Realmente, a mi edad lo único que me
falta es volverme supersticioso!
* * *
COMENTARIO AL “JUEGO
DE LOS GRILLOS” DE GUSTAV MEYRINK
Gustav Meyrink (1868-1932)
En el mensaje
anterior, enviamos el escrito "El Juego de los Grillos" de Gustav
Meyrink, autor de la famosa obra "El Golem" (1915). Este
escritor, ha escrito obras donde se mezclan las prácticas esotéricas, la
exploración del subconsciente y los fenómenos visibles e invisibles. Este
escrito que enviamos, habla de los misteriosos Dugpas de Asia, seres que encarnaban
la "vía de la mano izquierda", aunque el autor le imprime a dicha vía
un tinte ocultista, casi satanista. Ciertamente, siguiendo a René Guénon, los
que utilizan la magia para incrementar poderes personales, sólo llegan a
conocer los "pequeños misterios"; pero aquellos que van más allá,
destruyendo toda la barrera de pasiones, odios, miedos, llegan a conocer los
"grandes misterios". Ciertamente, el Dugpa que nos muestra Meyrink,
esta más allá de toda humanidad posible.
El análisis del texto
tendrá un punto de vista metapolítico y un punto de vista esotérico:
1) Análisis
Metapolítico:
El cuento, históricamente
se ubica previo a la Primera Guerra Mundial (PGM). El primer concepto a
analizar, es el de la "responsabilidad". Al protagonista se le exige
que posea responsabilidad sobre lo que va a pedirle al Dugpa. Este, le advierta
que tendrá que hacerse cargo de lo que solicitaba. Ciertamente, cuando le
increpa diciéndole que no sabía su propio "nombre", hace referencia a
que el protagonista no conocía su verdadero "yo".
El mago o “místico” George
Gurdjieff es muy claro en su doctrina, al exponer que el hombre es una serie de
accidentes: una maleza que hay que ir cortando hasta llegar a la raíz. Esa
maleza es odio, ira, vanidad,
miedo, pasiones, etc., todos
elementos que se hacen presentes espontáneamente ante un determinado estimulo
externo. O sea, ninguno de esos estímulos es controlado desde nuestro centro,
el "si mismo". Nos agreden y reaccionamos instintivamente. Reacciona
nuestro hombre "externo", y no el interno, el verdadero, que debe ser generador de las emociones. El
Dugpa, que aquel que se encuentra frente a él, no conoce su verdadero "yo", su
"nombre".
El segundo punto de
gran importancia, es el "liga y desliga" (solve e coagula
alquímico). Cuando el Dugpa inicia la demostración de la lucha a muerte entre
los grillos, estaba mostrando el futuro, la Primera Guerra
Mundial. En tanto que el protagonista mira horrorizado esa carnicería, el Dugpa
repetía: "liga y desliga", o sea, en un plano externo
al protagonista, revela la guerra cruenta que se avecina: la PGM fue una guerra sin
héroes: millones murieron en el anonimato, despedazados bajo la lluvia
de hierro que en toda ofensiva militar daba inicio a las gigantescas
carnicerías de ese período, donde la línea de frente se movía lentamente a
costa de miles de muertos. Fue la primera guerra de la revolución industrial.
Sus motivos, fueron absolutamente económicos: el reparto del mundo, colonias,
recursos energéticos, vías de comunicación, etc. Muy diferente, a la Segunda Guerra
Mundial, donde se enfrentaron dos cosmovisiones del mundo muy definidas, y
donde los héroes se destacaron en ambos bandos.
Fue un tiempo donde
millones murieron sin siquiera entender el porqué de tanta carnicería. Todos fueron “ligados”
y triturados por la maquinaria de la revolución industrial.
El "liga y
desliga" esta expresado internamente en la obra de Erns Jünger ("Tempestades
de Acero") acerca de la exaltación de la guerra como vía de
realización espiritual: una vía extrema donde lo mejor y lo peor del hombre se
manifiestan: la cobardía, el miedo paralizador, el heroísmo, la camaradería, la
piedad, etc. "Ligar" es la lucha en la que decidimos ser
protagonistas, y "desligar" es mantener nuestra mente y espíritu alejado
de causas circunstanciales, egoístas y
economicistas que justifican el dar la
vida por su país. En esta postura, no hay odio sobre el rival, solo honor y
respeto hasta en la muerte. La guerra como arte, para trascender: "el
heroísmo como desencadenamiento conduce a la supra-vida y a la
supra-personalidad" (Evola, Metafísica de la Guerra).
El "juego de los grillos" es un reto para la comprensión: Ante la carnicería de los grillos, metafora de la Primera Guerra Mundial, el hombre europeo deja de lado su "civilidad" para dar paso a la irracionalidad. El hombre se convierte en un número, una estadistica de sangrientos combates. Se entra en el anonimato. Por tal motivo, el hombre deberá entender que cada
combate, es un oasis, un instante en el
tiempo, en medio del fragor de la
batalla, donde uno juega más que la vida biológica.
2) Análisis esotérico del relato:
El Dugpa realiza un
acto de hechicería con el protagonista. Este le pide un "lienzo
blanco":
"Empecé buscando
desesperadamente en todos mis bolsillos, pero nada, hasta que por fin hallé
escondido en el fondo rasgado de mi chaqueta un viejo mapa plegadizo de Europa
bastante borroso ya (...), lo extendí entre nosotros y le expliqué al Dugpa que
el dibujo representaba un mapa de mi patria".
Con el mapa de
Europa, el Dugpa comenzará a hacer el "Juego de los Grillos". Aquí,
siguiendo a Frazer, hallamos dos principios básicos de la Magia, donde: 1) lo
semejante corresponde con lo que le es semejante. Por ejemplo, el utilizar
un muñeco que representa a una persona determinada, como suele practicarse en
el vudú (tomando un ejemplo muy conocido para el común de los lectores). Aquí, es
el mapa de Europa el elemento semejante sobre el cual el Dugpa trabaja. 2)
lo que estuvo en contacto, sigue en contacto. Cuando toma un pedazo de
la ropa, su pelo, o lo que fuere, sigue estando en contacto ese elemento con la
persona del cual proviene. Hasta tanto no se destruyan los materiales con los
cuales se realiza el rito, este permanece. El Dugpa, utiliza simbólicamente los
grillos para representar la
Primera Guerra Mundial, la gran carnicería, y a pesar que el
protagonista trata de detener el ritual, el Dugpa no lo hace. El protagonista
quedará ligado a los acontecimientos futuros en Europa.
El Dugpa es parte del
movimiento cósmico que da origen a la guerra con esa operación mágica, puesto
que no hace intento alguno de detenerla. Deja que el futuro siga su camino.
Veamos el desarrollo
del ritual:
"-¿Y ahora qué
se propone? -pregunté al tibetano cuando vi que el Dugpa no demostraba ninguna
intención de dar por terminada la representación, sino que más bien parecía
esforzado en mantener sus pensamientos concentrados en vaya uno a saber qué
idea. Su labio superior estaba contraído de modo tal que se podían ver
claramente sus dientes afilados y puntiagudos. Eran negros como la brea,
sospecho que de tanto mascar hojas y ver una costumbre muy difundida en estas
zonas.
"-Liga y
desliga -oí que me respondía el tibetano.
En este párrafo, el Dugpa esta realizando el ritual, ligando a los grillos con Europa, ligando los eventos de la futura guerra. Como mencionamos anteriormente, el mapa y los grillos, es lo que se denomina "magia por similitud".
"No me podía desprender de las palabras: liga y desliga; paulatinamente iban adquiriendo en mi cerebro un sentido espantoso de verdad; en mi imaginación el bulto compacto y enorme de grillos se convertía en millones de soldados agonizantes. Sentí de pronto mi garganta como estrangulada por un misterioso e inconmensurable sentido de responsabilidad, cuyo tormento era aún mayor por lo mismo que me era imposible hallar su origen."
Aquí, el protagonista
toma conciencia de que lo que veía en el "Juego de los Grillos", le
acontecería en Europa. Surge el tema de la responsabilidad;
toma cuenta, que todo ocurrirá y el tiene conocimiento de ello. ¿Podrá
detenerlo?. Y si no lo intenta, acaso es su responsabilidad sabe que ello
acontecerá y no hará nada para evitarlo?.
"Pude luchar
contra esa visión hasta tener nuevamente ante mis ojos a la realidad tal cual
era; pero a mí no me bastaba con esa realidad: los vapores que se elevaban de
la tierra, las cimas dentelladas y nevadas de las montañas que se recortaban en
el horizonte, el Dugpa con su gorro escarlata, yo mismo, con mis ropas mitad
europeas mitad asiáticas, y finalmente esa carpa negra con sus patas de araña,
¡todas esas cosas no podían ser reales! Realidad, fantasía, visión... ¿qué era
verdad, qué era mentira? Y para colmo esa torturante sensación de que mi
pensamiento se abría dejando un gran espacio hueco cada vez que volvía a
hostigarme el miedo a ese nuevo, inexplicable terrible sentido de
responsabilidad."
Nuevamente, el
sentido de la responsabilidad.
"De noche,
cuando no puedo conciliar el sueño, comienza a tomar cuerpo en mí la vaga
sensación de estar a punto de comprender el significado de la frase «Liga y
desliga», y entonces trato de asfixiarla para que no pueda madurar, del mismo
modo en que uno trata de sofocar un fuego antes de que se propague. Pero de nada
sirve defenderme... en mi imaginación puedo ver como del montón de grillos
muertos se alza un vapor rojizo que se va formando en nubes, que oscureciendo
el cielo como las nubes fantasmales que trae el monzón, se precipitan hacia
Occidente."
De aquí surgen dos interpretaciones:
1) el protagonista siente la responsabilidad de que nada podrá hacer para
detener ese vaticinio de la guerra a desencadenarse en Europa. Y por ello, no
puede “desentenderse” (desligarse) del ritual del cual fue
partícipe. 2) El Dugpa es parte también de
esa maldición que se cierne sobre Europa. En el sueño ve que los grillos se
hacen vapor rojizo y formando nubes, avanza sobre Europa. Veamos aquí la
similitud con la obra "Drácula" de Stoker, donde la foto de Mina,
provoca que el Vampiro deje su tierra para caer como una sombra sobre Londres. Recordemos que el autor del cuento, Gustav Meyrink
era asiduo visitante del grupo esotérico “Golden Dawn” donde también era asiduo
visitante Bram Stoker.
En el mundo actual, muchos buscan la VERDAD,
pero en dicho transito pueden encontrarse con cosas que su espíritu no podrá
soportar por no estar preparados para dichos desafíos. El hombre que se presenta
ante del Dugpa, no está listo para adquirir una sabiduría elevada, y termina
optando por la “baja” magia, que tampoco le es posible asimilar. ¿Cuántos casos
vemos en nuestra cotidianeidad, donde se consulta a "brujos", "adivinos", "curanderos" para que estos les
revelen problemas existenciales o que directamente utilicen sus artes mágicas para
obtener algo que por sí mismos no pueden. Ahí, el alma retrocede, se oscurece.
Un hombre, una mujer, de espíritu fragmentado, sin un conocimiento del “si
mismo”, corre tremendos peligros al acercarse a las artes adivinatorias y mágicas.
Vladyka TEOFANO, Juan Manuel Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero
Archieparquia de la República Argentina.
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