lunes, 9 de septiembre de 2013

Entrevista - Martin Fierro en Política y el Siglo XXI

 


CUANDO EL ESCRITOR RESURGE DE LOS LIBROS




El escritor méxicano Don José Luis Ontiveros junto a Mons. Teofano, Juan M. Garayalde - Capilla de Piedra de San Jorge - San Vicente - Provincia de Buenos Aires - Argentina 28 de Agosto de 2013
 
Existen personas que en la vida nos dejan marcas profundas: la familia, los amigos, personas circunstanciales que se atraviesan en nuestro camino; pero a veces esas personas, están en los libros que uno lee y atesora, y un día, ese autor que tanto  ha admirado, está parado delante de uno.

Quién les escribe, hace ya muchos años había comenzado a leer artículos de un escritor y pensador mexicano, Don José Luis Ontiveros, en la publicación de Metapolítica mas importante de Sudamérica, “Ciudad de los Césares”.

De la lectura de sus artículos llegué a sus libros, “Apología de la Barbarie”, “La Espada y la Gangrena”, “El Húsar Negro”, “Aproximaciones a Yamato, los escritores mexicanos y el Japón”, “El Hotel de las Cuatro Estaciones” y más obras que me hicieron conocer el mundo de la metapolítica desde la literatura, y ese escritor/alquimista  revelaba los secretos de un Yukio Mishima, Ezra Pound, Ernst Jünger, Robert Brasillach, P. Drieu La Rochelle, Raúl Zalazar Maillén, Spengler, Friederich Nietzsche, Julius Evola, René Guénon… y la lista se vuelve interminable.

No tengo temor de decir que Don José Luis Ontiveros es en el tiempo presente uno de los mayores escritores de Metapolítica del mundo de habla hispana.

Asi es que,  uno que lee a lo largo de su vida autores contemporáneos,  jamás se le habría de cruzar en la mente que  se lo encontraría cara a cara; y aún peor, que quiera realizarle -a ese hambriento lector-  una entrevista para mostrar a su público lector en México y España, el pensar literario, metapolítico de la tierra de los matreros, mi pampa gaucha.

En mi persona, ese sueño imposible se hizo realidad. Nunca podrá mi pobre vocabulario expresar lo que es conocer a Don José Luis Ontiveros, caminando por la Avenida de Mayo de Buenos Aires, tomando un café en el Tortoni, o comiendo un asado en el Restaurante de San Telmo, "El General" rodeado de cuadros de la epoyepa peronista. 

Vladyka Teofano, Juan Manuel Garayalde
Eparca Coadjutor de Buenos Aires.
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero
www.panaghia.org.br


 
Don Jose Luis Ontiveros en el centenario Cafe Tortoni en la Avenida de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires.-


Martín Fierro en política y el siglo XXI

José Luis Ontiveros

22/Aug/2013 18:11
Publicación VÉRTIGO, Año XIII Nro. 648, 18/08/2013, pág. 36 y37
Link Web:
http://www.vertigopolitico.com/articulo/21318/Martn-Fierro-en-poltica-y-el-siglo-XXI

 
 
El joven intelectual argentino Juan Manuel Garayalde afirma una serie interesante de puntos de vista acerca del mítico Martín Fierro en una entrevista para Vértigo, más desde un punto de vista metapolítico y de antropología cultural sobre la obra escrita por José Hernández en 1872, que cobra actualidad en el debate sobre las raíces identitarias argentinas y el siglo XXI.

Garayalde, experto en el estudio de las religiones y quien terminó adhiriendo la tradición católica ortodoxa, estudioso del inconsciente colectivo, de la mitología popular y de la simbología sagrada, asegura que la obra aborda la identidad profunda opuesta a la abstracción iluminista, así como la raíz barbárica de las pampas y del modo original de comprender el mundo.

Al mismo tiempo, cuestiona el pretendido ser modélico y político de un Occidente decadente y absorbente en sus antivalores: Martín Fierro es el primer anarca de Iberoamérica.

—¿Sigue siendo vigente el Martín Fierro como el cantar de gesta argentino?

—Sí. El Martin Fierro es la obra cumbre de la argentinidad. Representa un rechazo a la modernidad. El periodo histórico tratado en la obra se puede localizar cuando el liberalismo político se consolidó en Argentina. Un símbolo de ese “progreso” es el alambrado, que viene acompañado de la “propiedad privada”, con la consecuencia de que enormes extensiones de campos quedan en pocas manos y cerradas al paso del gaucho nómada. Su techo es el cielo, su piso es la inmensidad de la Pampa. Viaja de pueblo a pueblo, de estancia a estancia, deteniéndose en las pulperías de campo (el viejo almacén de ramos generales y boliche para el gauchaje). Trabaja en diferentes estancias, según si hay algo para cosechar o ganado al cual criar o cuerear. Al poner los alambrados ya no se puede andar libremente, el gaucho errante pasa a ser un outsider, un paria de la “civilización”. La policía los perseguía por “vagabundear” y luego los enviaban a los fortines militares, enclenques construcciones donde escaseaban la comida, el agua y el trato humano, para defender a la “civilización” de los malones indígenas.


Don José Luis Ontiveros y Mons. Teofano, Juan M. Garayalde en el Cafe Tortoni de la Ciudad de Buenos Aires - 27/08/2013


REBELDE

Martín Fierro huyó del fortín hacia las “tolderías” (campamentos indios), el refugio de la “barbarie”, que era más su “hogar” que la “civilización” que lo hostigaba para domesticarlo.

Martín Fierro es el anarca —no un anarquista— que se rebela contra el poder opresor, pero no se erige en otro opuesto: “Sarmiento, con sañuda crueldad, nos pinta a nosotros como bárbaros. Ahí están sus textos exterminadores. Él proclamó el aniquilamiento de los pampas, de los indios; los llamó ‘piojosos’ e irredimibles. Vio en ello a la ‘ilustre’ y digna ‘señora’ civilización. Y luego nos cuentan que el caudillo Rosas fue muy ‘terrible’. Que se lea a Sarmiento en sus fuentes. Hay tanto que merece revisarse… y ello en función de la verdad histórica”.

—¿Cuál ha sido la razón de que el libro escrito por José Hernández sea un referente en sus hitos históricos?

—Hernández muestra en el libro la esencia de la argentinidad: no subordinarse al poder extranjero, a las ideas que se importan de otras naciones, con otra cultura e historia. Es el rechazo al “afrancesamiento” de las instituciones y la educación. Argentina se mató a sí misma por rechazar el pasado medieval/imperial de España al considerarlo oscurantista… y los “iluminados” (Sarmiento, Echeverría, Rivadavia, Mitre, etcétera) fueron los encargados de matar ese espíritu, que volvió a resurgir en diferentes momentos de nuestra historia: con el caudillo Rosas, con el presidente Yrigoyen, con Perón, con la gesta de las Malvinas…. Hay otra Argentina, que no la dejan ser, porque ello implica, oponerse al orden mundial.

—¿Cómo podría definir su perennidad política en el ámbito de las letras iberoamericanas?

—El Martín Fierro es nuestro Quijote de la Mancha. Ambos tratan un periodo de crisis de la verdadera identidad de un país. El caudillo Rosas no quería dictar una Constitución que someta a todo un pueblo a normas abstractas, extrañas al ser nacional. La Argentina vivía de su tradición y costumbres. Su cultura era la cruza del indio indomable y del temerario conquistador español: el gaucho.

Sin embargo, añade Juan Manuel Garayalde, “el Martín Fierro ya no es leído en las escuelas. Un poco por el desconocimiento profundo de la importancia del mismo para nuestra identidad. Quitarnos nuestra esencia es quitarnos el orgullo de ser argentinos y sentir honra. Somos los primeros en sentirnos sudacas sin darnos cuenta”.

LIBERTADES

—¿Hasta qué punto el honor y la aventura que son las fuentes del Martín Fierro se mantienen como principios en la forma de ser argentina?

—Soy seguidor de un escritor anarquista ontológico que se llama Hakim Bey. Él dice que existen “zonas temporalmente autónomas” (TAZ) donde los que buscan la libertad crean estas regiones aisladas del sistema: sin leyes, sin impuestos, sin policía del pensamiento… Pone de ejemplo a los piratas que se refugiaban en la Isla de la Tortuga, o a los inmigrantes yanquis que se iban al “salvaje oeste” a buscar un lugar donde asentarse cuando todavía no estaba instalado el Estado con sus fuerzas policiales. En Argentina la TAZ fue la frontera con el indio. Ahí huyó Martín Fierro, a un lugar donde era libre, conviviendo con los indios. Es la representación de una tragedia, donde el “progreso” viene a matar el alma de la argentinidad. Ya no están Quiroga o Rosas para defender al gaucho y al indio. Ahora estaba el “progreso”, con el Ejército nacional, la policía y las leyes de la Ilustración.

—¿Acaso el Martín Fierro no es más una parafernalia gauchesca de nostalgia que una presencia actuante que determine un paradigma colectivo en el siglo XXI?

—Lo es. Describe una pérdida. Por eso el ser verdaderamente argentino renace de vez en cuando como un 17 de octubre de 1945, en que los “cabecitas negras” (los gauchos que en el siglo XX son obreros de fábrica) liberaron al futuro presidente Perón de prisión, o con la gesta de las Malvinas. El Martín Fierro nos hace recordar que somos en el fondo bárbaros; por su parte, el mundo moderno hará lo posible para que nunca recuperemos nuestra identidad y sigamos amaestrados y sometidos a los “mitos” que ellos nos inculquen.

Dice Garayalde que “cuando tuve oportunidad de leer vuestro libro Apología de la barbarie, que llegó casi de contrabando a nuestro país, como si viviéramos bajo el dominio de una sociedad totalitaria, aquí nos dimos cuenta de que la barbarie está presente de diferentes formas en todos los rincones del mundo. Es tiempo de una unión de los pueblos de talante y raíces bárbaras, contra los opresores de la ‘civilización’ y ello será el desafío del siglo XXI. ¿Lograremos que se levanten nuevamente las huestes de Martín Fierro contra el mundo ‘civilizado’? Esa es la clave secreta de la historia y el retorno de lo sagrado”.
 
 
Don Jose Luis Ontiveros visitando la mítica Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires. En la imágen, junto a la fachada del hoy Ministerio de Economía, donde se puede ver en su marmol los huecos de las balas de metrallas de los aviones que en 1955, bombardearon la Plaza de Mayo para derrocar al ex Presidente Juan Domingo Perón.
 
"Cuando el desierto crece y las formas más bajas de la organización social se imponen como una variante de la decadencia, la mirada pura de luz de Zaratustra, distante ya de la muchedumbre, en la lejanía de las cumbres, aviva el fuego del bosque, en ese resplandor sobre la oscuridad, el hombre, en la soledad, recupera el valor del destino"
Don José Luis Ontiveros, "La Espada y la Gangrena", Editado por el Instituto Mexiquense de Cultura - Toluca - México - 1992 - Pág. 74
 
 

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