CUANDO EL ESCRITOR RESURGE DE LOS LIBROS
El escritor méxicano Don José Luis Ontiveros junto a Mons. Teofano, Juan M. Garayalde - Capilla de Piedra de San Jorge - San Vicente - Provincia de Buenos Aires - Argentina 28 de Agosto de 2013
Existen personas que en la vida nos dejan marcas profundas: la familia,
los amigos, personas circunstanciales que se atraviesan en nuestro camino; pero
a veces esas personas, están en los libros que uno lee y atesora, y un día,
ese autor que tanto ha admirado, está parado delante de uno.
Quién les escribe, hace ya muchos años había comenzado a leer artículos de un
escritor y pensador mexicano, Don José Luis Ontiveros, en la publicación de
Metapolítica mas importante de Sudamérica, “Ciudad de los Césares”.
De la lectura de sus artículos llegué a sus libros, “Apología de la
Barbarie”, “La Espada y la Gangrena”, “El Húsar Negro”, “Aproximaciones a
Yamato, los escritores mexicanos y el Japón”, “El Hotel de las Cuatro
Estaciones” y más obras que me hicieron conocer el mundo de la metapolítica
desde la literatura, y ese escritor/alquimista revelaba los secretos de un Yukio Mishima,
Ezra Pound, Ernst Jünger, Robert Brasillach, P. Drieu La Rochelle, Raúl Zalazar
Maillén, Spengler, Friederich Nietzsche, Julius Evola, René Guénon… y la lista
se vuelve interminable.
No tengo temor de decir que Don José Luis Ontiveros es en el tiempo
presente uno de los mayores escritores de Metapolítica del mundo de habla
hispana.
Asi es que, uno que lee a lo largo de su vida
autores contemporáneos, jamás se le habría de cruzar en la mente que se lo encontraría cara a cara; y aún peor, que
quiera realizarle -a ese hambriento lector- una entrevista para mostrar a su público lector en
México y España, el pensar literario, metapolítico de la tierra de los
matreros, mi pampa gaucha.
En mi persona, ese sueño imposible se hizo realidad. Nunca podrá mi pobre
vocabulario expresar lo que es conocer a Don José Luis Ontiveros, caminando por la Avenida
de Mayo de Buenos Aires, tomando un café en el Tortoni, o comiendo un asado en el Restaurante de San Telmo, "El General" rodeado de cuadros de la epoyepa peronista.
Vladyka Teofano, Juan Manuel Garayalde
Eparca Coadjutor de Buenos Aires.Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero
www.panaghia.org.br
Don Jose Luis Ontiveros en el centenario Cafe Tortoni en la Avenida de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires.-
Martín Fierro en
política y el siglo XXI
José Luis Ontiveros
22/Aug/2013 18:11
Publicación VÉRTIGO, Año XIII Nro. 648, 18/08/2013, pág. 36 y37
Link Web:
http://www.vertigopolitico.com/articulo/21318/Martn-Fierro-en-poltica-y-el-siglo-XXI
El joven
intelectual argentino Juan Manuel Garayalde afirma una serie
interesante de puntos de vista acerca del mítico Martín Fierro en
una entrevista para Vértigo, más desde un punto de vista
metapolítico y de antropología cultural sobre la obra escrita por José
Hernández en 1872, que cobra actualidad en el debate sobre las raíces
identitarias argentinas y el siglo XXI.
Garayalde,
experto en el estudio de las religiones y quien terminó adhiriendo la tradición
católica ortodoxa, estudioso del inconsciente colectivo, de la mitología
popular y de la simbología sagrada, asegura que la obra aborda la identidad
profunda opuesta a la abstracción iluminista, así como la raíz barbárica de las
pampas y del modo original de comprender el mundo.
Al mismo
tiempo, cuestiona el pretendido ser modélico y político de un Occidente
decadente y absorbente en sus antivalores: Martín Fierro es el primer
anarca de Iberoamérica.
—¿Sigue siendo
vigente el Martín Fierro como el cantar de gesta argentino?
—Sí. El Martin
Fierro es la obra cumbre de la argentinidad. Representa un rechazo a
la modernidad. El periodo histórico tratado en la obra se puede localizar
cuando el liberalismo político se consolidó en Argentina. Un símbolo de ese
“progreso” es el alambrado, que viene acompañado de la “propiedad privada”, con
la consecuencia de que enormes extensiones de campos quedan en pocas manos y
cerradas al paso del gaucho nómada. Su techo es el cielo, su piso es la
inmensidad de la Pampa. Viaja de pueblo a pueblo, de estancia a estancia,
deteniéndose en las pulperías de campo (el viejo almacén de ramos generales y
boliche para el gauchaje). Trabaja en diferentes estancias, según si hay algo
para cosechar o ganado al cual criar o cuerear. Al poner los alambrados ya no
se puede andar libremente, el gaucho errante pasa a ser un outsider,
un paria de la “civilización”. La policía los perseguía por “vagabundear” y
luego los enviaban a los fortines militares, enclenques construcciones donde
escaseaban la comida, el agua y el trato humano, para defender a la
“civilización” de los malones indígenas.
Don José Luis Ontiveros y Mons. Teofano, Juan M. Garayalde en el Cafe Tortoni de la Ciudad de Buenos Aires - 27/08/2013
REBELDE
Martín Fierro huyó
del fortín hacia las “tolderías” (campamentos indios), el refugio de la
“barbarie”, que era más su “hogar” que la “civilización” que lo hostigaba para
domesticarlo.
Martín Fierro es
el anarca —no un anarquista— que se rebela contra el poder
opresor, pero no se erige en otro opuesto: “Sarmiento, con sañuda crueldad, nos
pinta a nosotros como bárbaros. Ahí están sus textos
exterminadores. Él proclamó el aniquilamiento de los pampas, de los indios; los
llamó ‘piojosos’ e irredimibles. Vio en ello a la ‘ilustre’ y digna ‘señora’
civilización. Y luego nos cuentan que el caudillo Rosas fue muy ‘terrible’. Que
se lea a Sarmiento en sus fuentes. Hay tanto que merece revisarse… y ello en
función de la verdad histórica”.
—¿Cuál ha sido
la razón de que el libro escrito por José Hernández sea un referente en sus
hitos históricos?
—Hernández
muestra en el libro la esencia de la argentinidad: no subordinarse al poder
extranjero, a las ideas que se importan de otras naciones, con otra cultura e
historia. Es el rechazo al “afrancesamiento” de las instituciones y la
educación. Argentina se mató a sí misma por rechazar el pasado
medieval/imperial de España al considerarlo oscurantista… y los “iluminados”
(Sarmiento, Echeverría, Rivadavia, Mitre, etcétera) fueron los encargados de
matar ese espíritu, que volvió a resurgir en diferentes momentos de nuestra
historia: con el caudillo Rosas, con el presidente Yrigoyen, con Perón, con la
gesta de las Malvinas…. Hay otra Argentina, que no la dejan ser, porque ello
implica, oponerse al orden mundial.
—¿Cómo podría
definir su perennidad política en el ámbito de las letras iberoamericanas?
—El Martín
Fierro es nuestro Quijote de la Mancha. Ambos tratan un
periodo de crisis de la verdadera identidad de un país. El caudillo Rosas no
quería dictar una Constitución que someta a todo un pueblo a normas abstractas,
extrañas al ser nacional. La Argentina vivía de su tradición y costumbres. Su
cultura era la cruza del indio indomable y del temerario conquistador español:
el gaucho.
Sin embargo,
añade Juan Manuel Garayalde, “el Martín Fierro ya no es leído
en las escuelas. Un poco por el desconocimiento profundo de la importancia del
mismo para nuestra identidad. Quitarnos nuestra esencia es quitarnos el orgullo
de ser argentinos y sentir honra. Somos los primeros en sentirnos sudacas sin
darnos cuenta”.
LIBERTADES
—¿Hasta qué
punto el honor y la aventura que son las fuentes del Martín Fierro se
mantienen como principios en la forma de ser argentina?
—Soy seguidor
de un escritor anarquista ontológico que se llama Hakim Bey. Él dice que
existen “zonas temporalmente autónomas” (TAZ) donde los que buscan la
libertad crean estas regiones aisladas del sistema: sin leyes, sin impuestos,
sin policía del pensamiento… Pone de ejemplo a los piratas que se refugiaban en
la Isla de la Tortuga, o a los inmigrantes yanquis que se iban al “salvaje
oeste” a buscar un lugar donde asentarse cuando todavía no estaba instalado el
Estado con sus fuerzas policiales. En Argentina la TAZ fue la
frontera con el indio. Ahí huyó Martín Fierro, a un lugar donde era
libre, conviviendo con los indios. Es la representación de una tragedia, donde
el “progreso” viene a matar el alma de la argentinidad. Ya no están Quiroga o
Rosas para defender al gaucho y al indio. Ahora estaba el “progreso”, con el
Ejército nacional, la policía y las leyes de la Ilustración.
—¿Acaso el Martín
Fierro no es más una parafernalia gauchesca de nostalgia que una
presencia actuante que determine un paradigma colectivo en el siglo XXI?
—Lo es.
Describe una pérdida. Por eso el ser verdaderamente argentino renace de vez en
cuando como un 17 de octubre de 1945, en que los “cabecitas negras” (los
gauchos que en el siglo XX son obreros de fábrica) liberaron
al futuro presidente Perón de prisión, o con la gesta de las Malvinas. El Martín
Fierro nos hace recordar que somos en el fondo bárbaros; por su parte,
el mundo moderno hará lo posible para que nunca recuperemos nuestra identidad y
sigamos amaestrados y sometidos a los “mitos” que ellos nos inculquen.
Dice Garayalde
que “cuando tuve oportunidad de leer vuestro libro Apología de la
barbarie, que llegó casi de contrabando a nuestro país, como si viviéramos
bajo el dominio de una sociedad totalitaria, aquí nos dimos cuenta de que la
barbarie está presente de diferentes formas en todos los rincones del mundo. Es
tiempo de una unión de los pueblos de talante y raíces bárbaras, contra los
opresores de la ‘civilización’ y ello será el desafío del siglo XXI.
¿Lograremos que se levanten nuevamente las huestes de Martín Fierro contra
el mundo ‘civilizado’? Esa es la clave secreta de la historia y el retorno de
lo sagrado”.
Don Jose Luis Ontiveros visitando la mítica Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires. En la imágen, junto a la fachada del hoy Ministerio de Economía, donde se puede ver en su marmol los huecos de las balas de metrallas de los aviones que en 1955, bombardearon la Plaza de Mayo para derrocar al ex Presidente Juan Domingo Perón.
"Cuando el desierto crece y las formas más bajas de la organización social se imponen como una variante de la decadencia, la mirada pura de luz de Zaratustra, distante ya de la muchedumbre, en la lejanía de las cumbres, aviva el fuego del bosque, en ese resplandor sobre la oscuridad, el hombre, en la soledad, recupera el valor del destino"
Don José Luis Ontiveros, "La Espada y la Gangrena", Editado por el Instituto Mexiquense de Cultura - Toluca - México - 1992 - Pág. 74
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